Dorado. El vínculo entre Román y Luis Martínez trasciende la habitual relación de un padre con su hijo. Se consideran amigos.

El expúgil, que fue campeón mundial de boxeo en las 130 libras, ha estado presente en cada paso que ha dado su primogénito a medida que nutre sus aspiraciones en el béisbol como receptor. La principal encomienda de Román es inculcar disciplina en Luis para así acrecentar las habilidades deportivas del joven de 17 años. Y ha sido durante esa colaboración donde han establecido un apego que será reforzado mientras festejan el Día de los Padres lejos de las algarabías y acostumbradas verbenas familiares.

“Rocky” Martínez se convirtió en papá por primera vez a la tierna edad de 20 años. Apenas se iniciaba en el boxeo rentado cuando nació Luis. Eso, sin embargo, no detuvo sus planes como deportista. Todo lo contrario.

Relató que hizo lo posible por mantener un balance entre sus responsabilidades como padre y las extensas horas sumergido en un gimnasio entrenando para alcanzar las metas que tenía trazadas. Rocky era consciente que los sacrificios serían necesarios, pero a la larga producirían frutos. Uno de ellos es ver que Luis alcance sus anhelos como pelotero.

Cuando llegó el momento, Rocky llevó a su hijo al gimnasio abrazando la posibilidad de que también se enamoraría del boxeo y, tal vez, seguiría sus pasos.

“Esa disciplina no le gustó”, recordó el exboxeador.

Luis Martínez tiene aspiraciones como pelotero profesional, pero antes desea asistir a una universidad para comenzar sus estudios.
Luis Martínez tiene aspiraciones como pelotero profesional, pero antes desea asistir a una universidad para comenzar sus estudios. (Ramón "Tonito" Zayas)

Para el padre fue una realidad difícil de acoger, pero con el tiempo aceptó que su hijo tenía otros intereses. Por ello no dejó de ofrecer asesoramientos cuando entendía que eran necesarios.

Luis fue testigo de la dedicación de su papá, que lo llevó a coronarse campeón mundial en tres ocasiones. Ahora es parte de su hábito como atleta.

“Probé el boxeo para ver cómo era, pero no soy fanático de los puños. Vi el interés que tenía en lo que se dedicaba. Se levantaba temprano, corría, iba al gimnasio... Además de los consejos de que hay que ser responsable. Todo eso lo uso ahora en el béisbol. Las cosas que he aprendido de mi padre son responsabilidad, dar el 100 por ciento en los estudios. Estoy agradecido porque mi papá siempre ha estado ahí apoyándome en las prácticas, en los juegos y en los entrenamientos por las mañanas”, señaló el joven de 17 años.

Le he dicho, que mientras ponga disciplina e interés estaré para él siempre y cuando esté haciendo el trabajo en el parque como debe ser. Para mí, el gimnasio fue una enseñanza y le digo tanto a él (Luis) como a los demás peloteros, que si tienen disciplina lograrán algo en la vida”, intervino Rocky.

Papá ha puesto la acción en la palabra. Es quien todas las mañanas anima a su hijo a salir de la cama para ir a una playa de la costa norte de la isla para sesiones de entrenamiento. Además, lo ayuda en el acondicionamiento físico. Esa constante presencia es primordial para Luis.

“He visto que muchos padres e hijos no se llevan bien y no se entienden. Papi me entiende, tenemos una buena comunicación, hablo de todo con él y me aconseja. Es un amigo más que un padre”, afirmó.