Los inicios de Iván Calderón como boxeador no tuvieron una nota muy positiva.

Había sufrido dos derrotas en torneos aficionados y estaba sediento de conocimientos. Le preguntó al entrenador Enrique “Quique” Carrión si estaba disponible para cultivarlo, pero no escuchó la respuesta que esperaba. Carrión lo miró de arriba a bajo y le dijo que, tal vez, tendría mejor suerte como jinete en el hipódromo, por su baja estatura y peso. Calderón estaba desconsolado, sin embargo, José “Cheché” Sánchez se le acercó con una propuesta.

“Vi esa tristeza, por poco se le salen las lágrimas cuando le pregunté qué ocurría. Respondió que Quique no lo quería ayudar. Le pregunté si de verdad estaba interesado en seguir en el boxeo y dijo que quería aprender. Desde ese momento, comenzamos a trabajar juntos como aficionado hasta el final de su carrera”, relató Sánchez.

El dúo entrelazó una relación especial. Calderón veía en Sánchez como si fuera una figura paternal. Para Sánchez, era un hijo.

Una vez culminó su etapa como aficionado, Calderón estaba listo para comenzar un carrera en el boxeo rentado. El único escollo era que no generó mucho interés entre los principales promotores dado que los ojos descansaban en Miguel Cotto, quien estaba en el tope de la lista de la empresa Top Rank para firmar a un lucrativo contrato.

Finalmente, logró que la empresa promotora lo firmara, como parte de un paquete de boxeadores con Cotto a la cabeza.

Iván Calderón es levantado por su entrenador José Sánchez tras derrotar al campeón de las 105 libras, Eduardo Márquez , en el 2003. (AP/Archivo)
Iván Calderón es levantado por su entrenador José Sánchez tras derrotar al campeón de las 105 libras, Eduardo Márquez , en el 2003. (AP/Archivo)

La dupla compuesta por Calderón y Sánchez debutó a nivel profesional en el 2001 con un nocaut de Sergio Díaz en el primer asalto durante una cartelera en Las Vegas, Nevada. El resto, es historia.

Dos años después, Calderón conquistó el cinturón de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), versión de las 105 libras, hizo múltiples defensas y, luego, se hizo campeón en las 108 libras.

“Iván tenía mucha disciplina. En varias ocasiones, me hizo ir domingos al gimnasio porque pensaba que estaba pesado. Me gustaba su estilo de dar y que no le den. Seguimos trabajando en eso. Decían que no se paraba a pelear, pero fue porque le insistí que usara el jab y se fuera. Por eso hizo tantas peleas por decisión. Tuvo una carrera buenísima”, recordó Sánchez.

El experimentado entrenador mencionó que el mexicano Hugo Cázares fue el oponente más complejo para su pupilo que colgó los guantes con un récord de 35-3-1 con seis nocauts, incluyendo 24 combates de título mundial.

“Casi todas las peleas que Iván tuvo fueron difíciles. Cazares fue un tipo bien peligroso que un día hacía 108 libras y al otro estaba en 124 cuando Iván no llegaba a 115 libras. Nos las tuvimos que ingeniar con un plan A y un B”, dijo.

Durante los años que permanecieron juntos, Sánchez fue testigo del crecimiento de Calderón como atleta, individuo y ahora un futuro integrante del Salón de la Fama del Boxeo Internacional.

“Tuvimos una química, nos entendíamos al dedillo. Nunca tuvimos un sí o un no en el boxeo. Iván fue responsable en su trabajo y nunca me escondió algo. El orgullo que siento ahora que lo exaltarán es por el trabajo que se hizo, se lo ganó y el hombre merece estar. Me llena de orgullo haber sido parte de su carrera”, concluyó.