Bryan Chevalier reclama el trono de las 126 libras
El púgil de Bayamón derrotó a Luis "Popeye" Lebrón por decisión unánime.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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El trono de la división pluma en Puerto Rico tiene espacio para un boxeador y, por el momento, le pertenece a Bryan Chevalier.
El púgil de Bayamón llevó a cabo a la perfección su plan de pelea para vencer a Luis “Popeye” Lebrón por decisión unánime y, a su vez, reclamar el cinturón Latino interino de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), versión de las 126 libras. Después de 10 asaltos de intensa acción, Chevalier fue favorecido 100-90, 100-90 y 97-93.
Ambos púgiles comenzaron cautelosos. Lebrón intentó iniciar la ofensiva con volados de derecha que no encontraron el blanco, mientras Chevalier esperaba pacientemente por una oportunidad.
Sin embargo, de repente, Lebrón arrinconó a su rival contra las sogas para intentar lastimarlo con poco éxito. En el segundo, Chevalier comenzó a boxear para mantener a Lebrón fuera de balance y, además, a colar la derecha por encima de la defensa de su oponente. Lebrón intentó infructuosamente de conectar desde la distancia. Cada vez que lo hacía fallaba malamente y, asimismo, era recibido por un golpe.
Chevalier aprovechó que Lebrón no pasaba golpes y simplemente dependía los guantes para bloquear la ofensiva del contrario.
En el cuarto asalto parecía que Lebrón inclinó la balanza a su favor. Lastimó a Chevalier con un gancho de izquierda al costado. Sin embargo, Chevalier sobrevivió el momento amarrando a Lebrón.
Chevalier aprovechó el primer minuto del quinto episodio para moverse de lado a lado para evitar la constante presión de Lebrón. Tal vez también necesitó un tiempo para recuperarse del golpe que recibió en el anterior.
Los púgiles proyectaron dos estilos opuestos. Mientras Chevalier dependía del boxeo y los movimientos laterales, Lebrón estaba a la caza de un nocaut, no obstante, el mismo lo eludía.
Chevalier utilizó los tres minutos del séptimo para caminar por el ring y, a su vez, frustrar a Lebrón, quien no podía cerrar la brecha para responder el ataque.
Ocasionalmente, Lebrón logró colocar un gancho al cuerpo o una recta de derecha, pero no era suficiente para bajar a Chevalier de la bicicleta.
Durante el noveno, Chevalier mantuvo la misma estrategia de tocar a Lebrón lo suficiente como para impresionar en los ojos de los jueces. Lebrón seguía, mientras tanto, buscando un golpe de suerte.
Lebrón salió en el décimo consciente de que tenía que ocurrir algo dramático para llevarse el combate. Chevalier no cayó en la trampa de intercambiar.
“El primer asalto fue de estudio para ver con lo que venía. Sabía que Lebrón no tenía muchos planes excepto venir hacia adelante. Lo que hice fue boxearlo. El nocaut no vino, pero dimos una chiva”, reaccionó Chevalier después del resultado.
En los últimos tres asaltos, Lebrón dio señales de cansancio, situación que Chevalier aprovechó.
“Ellos pensaron que quien se iba a cansar era yo. Cuando vi que bajó por eso me paré, mi entrenador me dijo que fuera ganando asalto por asalto para durar los 10”, dijo.