Carolina. Hace cuatro años, Atanasio “Tany” Pérez visitó al hermano de Roberto Clemente para entregarle un bate firmado por uno de los cinco puertorriqueños exaltados en el Salón de la Fama del Béisbol, Orlando “Peruchín” Cepeda.

A su salida de la residencia en Jardines de Carolina, Pérez le prometió a Justino “Matino” Clemente que regresaría con un madero dedicado y firmado por él.

En la tarde del sábado, el miembro del Salón de la Fama de Béisbol cumplió esa promesa en un salón de la casa de Matino, que sus hijas Carmen Judith y Jannette han convertido en un museo repleto de fotos, afiches y bates de Clemente.

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“Matino, por haber mantenido viva la imagen de su hermano Roberto. Con respeto y admiración, ‘Tany’ Pérez, Hall of Fame, leyó Pérez al entregarle el madero firmado a Matino.

De inmediato, Carmen Judith y Jannette aplaudieron y Matino, de 96 años y próximo a cumplir 97 el 2 de octubre, agarró el bate como su legendario hermano solía hacer cada vez que pisaba el plato. “No vayas a dar un swing que estoy al lado tuyo”, le dijo el expelotero de los Reds de Cincinnati entre risas.

Matino Clemente con el bate firmado y dedicado que le obsequió Tany Pérez.
Matino Clemente con el bate firmado y dedicado que le obsequió Tany Pérez. (Carlos Rivera Giusti)

“En recordación de Roberto, para mí es uno de los días más felices ha sido esta entrega que me ha hecho Tany. Lo quiero mucho, es familia y lo respeto. Muchas gracias”, respondió Matino.

El cubano, que ha sido adoptado por los puertorriqueños, relató que el madero que le entregó al hermano del astro boricua es el mismo modelo que utilizó durante las 23 temporadas que jugó en las Grandes Ligas. Con unos idénticos a ese, bateó para .279 con 379 cuadrangulares, 1652 empujadas y 2,732 hits a lo largo de su carrera. De hecho, confirmó que es el mismísimo modelo que usó el legendario Babe Ruth.

“Yo se lo prometí y yo sé que a él no se le olvida. Ya tenía el compromiso de hacerlo. Conseguir el bate no fue fácil, pero pude conseguirlo y, cuando me lo entregaron, se lo mandé a Paco (Figueroa) para que me lo guardara aquí en Puerto Rico y cuando yo regresara poderselo entregar a Matino”, contó Pérez.

Además de las fotos y afiches que adornan las paredes del salón dedicado a Roberto en la casa de Matino, allí también hay bates de numerosos peloteros. Entre ellos, están los maderos de Clemente, Cepeda, Roberto Alomar y Edgar Martínez, cuatro de los cinco puertorriqueños inmortalizados en Cooperstown.

El único que le falta para completar la colección es el de Iván Rodríguez. Al igual que aquella tarde en enero de 2020, Tany prometió que regresaría a Jardines de Carolina con otro madero firmado por un inmortal boricua. En esta ocasión, sería el de Pudge.

Algunos de los cuadros que adornan el salón, convertido en museo en la casa de Matino Clemente.
Algunos de los cuadros que adornan el salón, convertido en museo en la casa de Matino Clemente. (Carlos Rivera Giusti)

Infinitas anécdotas de Roberto

Pero la visita del miembro del Salón de la Fama a la casa de Matino también sirvió para rememorar anécdotas del cubano con Roberto.

“Estábamos jugando contra los Piratas y Roberto estaba en el outfield. Yo estaba en primera, había dos outs y veía que los outfielders estaban bien atrás. Gordy Coleman dio un hit para el right field, pero no de esos duros sino que le quemaron el bate. Yo ni miré al coach. Doblé para segunda y seguí para tercera y, cuando estaba por la mitad, el coach me decía que tirara y yo pensaba: ‘¿para qué si Roberto está jugando allá lejísimo?’ Cuando yo me deslicé, ya la bola me estaba esperando. El coach de tercera de nosotros era el cuabano Reggie Otero y me dijo: ‘Chiquito, dale para allá que, ¿tú sabes quién está allí? Roberto Clemente’. Más nunca le corrí”. recordó Tany.

De igual forma, también conversaron sobre el prejuicio con el que tuvo que luchar Clemente en una época en la que los latinos y negros no eran tratados con igualdad por las Mayores y la prensa estadounidense. Por su parte, Matino, quien jugó Doble A y es veterano de la guerra de Corea, rememoró cuando habló con Momen, como Roberto es apodado cariñosamente por su familia, en medio de la Serie Mundial del 1960 entre los Pirates de Pittsburgh y los Yankees de Nueva York.

Ese año, Clemente pensaba estar en la carrera por el Jugador Más Valioso de la Nacional después de registrar un promedio de bateo de .314 con 16 jonrones y 94 impulsadas. En cambio, no tenía muchas esperanzas de ganar el codiciado premio por el trato que la prensa estadounidense le estaba dando al campocorto Dick Groat, que también militaba con los Pirates.

“Yo le dije que no había quién le quitara el Jugador Más Valioso, pero él me dijo: ‘Matino, aquí tienen una propaganda para dárselo a Dick Groat’”. Efectivamente, Groat fue nombrado el MVP de la Nacional, a pesar de que bateó para .325 con dos vuelacercas y 50 empujadas.

Clemente no llegó segundo o tercero en las votaciones. Para la sorpresa de muchos, culminó octavo. “El día de las votaciones estábamos en casa y las lágrimas (Roberto) se las bebía. Me dijo: ‘Me pusieron octavo’”, contó Matino.

“Ese tiempo era así. Si tú te revelabas por algo contra la prensa, te cerraban las puertas. Eso existía. Ahora ha cambiado, pero antes era así”, expresó, por su parte, Tany.

No obstante, Clemente no paró sus luchas sociales por esto y seis años más tarde ganó el MVP de la Nacional.