Tokío. Pagó cerca de $80 por su boleto. Portaba una gorra de Japón y un jersey azul de los Angels de Los Ángeles. Y mientras se entusiasmaba al hablar de la sensación que representa Shohei Ohtani, el fanático Hotaru Shiromizo abordó más temas que el deportivo.

Shiromizu, de 23 años, fue uno de los cientos de aficionados vestidos de forma colorida a las afueras del Tokyo Dome el jueves al mediodía.

Pasearon, acamparon y discutieron sobre sus esperanzas de ver a Ohtani lanzar — y batear — en contra de China en el primer encuentro de Japón en el Clásico Mundial de béisbol.

Relacionadas

Es un jugador legendario, pero es más que simplemente un buen pelotero”, dijo Shiromizu. “Sus aspiraciones — sus logros — han tenido una influencia positiva en los japoneses”.

Añadió: “Todos los niños quieren ser como Ohtani”.

En la actualidad, se perciben situaciones más delicadas que hace algunas décadas en el ámbito político y cultural de Japón. La economía está estancada. La tasa de natalidad se encuentra entre las más bajas del mundo. Un exministro fue asesinado hace unos meses en la calle.

Y a pesar de la imagen de un Japón desarrollado y moderno en el extranjero, la nación asiática enfrenta incertidumbre en muchos frentes: un escándalo de corrupción alrededor de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 retrasados por la pandemia, y la sombra de China el gigante vecino y rival asiático.

Para muchos, Ohtani es el antídoto que les permitirá sentirse mejor.

Parte de la evolución

Hace cosas que los peloteros modernos no hacen. Es un jugador de la vieja guardia que lanza, batea y puede jugar en el campo. Muchos lo llaman el jugador más fino en Major League Baseball (MLB). Si ese es el caso, entonces es mejor que los estadounidenses — también los latinoamericanos — en lo que ellos consideran su propio deporte.

Representa la culminación — al menos por ahora — de la evolución del béisbol japonés que comenzó en 1872, cuando el deporte llegó al país gracias a un profesor estadounidense. Y su fama ahora ha sobrepasado la de jugadores como Ichiro Suzuki y Hideo Nomo, quienes le antecedieron en las mayores.

Fanáticos de Shohei Ohtani caminan a las afueras del Tokyo Dome para observar el partido del Grupo B entre Japón y China en el Clásico Mundial de Béisbol.
Fanáticos de Shohei Ohtani caminan a las afueras del Tokyo Dome para observar el partido del Grupo B entre Japón y China en el Clásico Mundial de Béisbol. (Eugene Hoshiko)

Uno de ellos podía batear muy bien. Otro podría lanzar de la misma manera. ¿Qué hay de Ohtani? Él hace ambas y con más poder, desde el montículo y al bate, que incluso Ichiro o Nomo

“Supongo que la idolatría a Ohtani en Japón es el reflejo del complejo de inferioridad frente a la patria de béisbol que representa Estados Unidos”, reflexiona Koichi Nakano, quien enseña política y cultura en la Universidad Sophia en Tokio.

“El béisbol es muy grande aquí, pero se ha dicho desde hace mucho que el béisbol japonés, llamado yakyu, es distinto al ‘real’ en Estados Unidos. Se han escrito libros y se ha publicado sobre el tema”, recuerda Nakano. “Así que cada vez que hay una ‘exportación’ japonesa con éxito en MLB, los japoneses quedan cautivados”.

La espera para ver jugar nuevamente a Ohtani en Japón también ha generado mucho entusiasmo a su alrededor, y ha agotado las entradas en el Tokyo Dome.

Habían pasado caso 2,000 días desde que Ohtani jugó su última entrada en Japón, el 9 de octubre de 2017 para los Ham-Fighters de Japón, antes de emigrar a California. El ayuno de apariciones en su país terminó con un encuentro de preparación el lunes cuando Ohtani conectó un par de cuadrangulares de tres carreras frente a los Hanshin Tigers.

Keiichiro Shiotsuka, un empresario nacional que esperaba a las afueras del estadio llamó a Ohtani “un tesoro japonés”.

No sé si un jugador como él volverá a existir en el futuro, así que estoy feliz de que esté jugando en Japón”.