Pete Rose halló un hogar en Las Vegas, la ciudad emblemática del juego de apuestas
El pelotero falleció el lunes por causas naturales.
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Las Vegas. Apostar al béisbol hizo que Pete Rose quedara vetado del deporte, al que nunca regresó en vida.
Pero quizás de manera lógica, encontró un hogar en la capital de los juegos de azar en el país, donde no era difícil que se le aceptara.
Al elegir que residiría en Las Vegas, el pelotero con más hits en la historia, quien falleció el lunes a los 83 años, se mudó a una ciudad que abrazaba las apuestas legalizadas a los deportes antes de que buena parte del país hiciera lo propio.
Rose solía acudir a sesiones de autógrafos en toda la ciudad. Conversaba con quienes se le acercaban acerca de sus días de gloria con los Reds de Cincinnati y los Phillies de Filadelfia. Algunos incluso le expresaban solidaridad sobre las razones que lo marginaron del Salón de la Fama.
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“Era muy paciente con su tiempo”, recordó Jay Konnegay, vicepresidente ejecutivo de operaciones de carreras y deportes en el casino Westgate Las Vegas. “No era que llegara y se fuera de inmediato. Después de las sesiones, seguía por ahí, pasaba tiempo con los fanáticos y respondía muchas preguntas. Toda su historia habla por sí misma, pero en cuanto al Salón de la Fama y las apuestas deportivas, era más popular que nunca”.
Según el médico forense, Rose sufría hipertensión e insuficiencia cardíaca, lo mismo que diabetes, pero su “muerte fue natural”.
Rose pareció tener segura la exaltación en el Salón de la Fama tras una carrera brillante, que pasó principalmente con los Reds de su ciudad natal. Fue elegido 17 veces al Juego de Estrellas, conquistó tres anillos de Serie Mundial y fijó el récord con 4,256 hits para rebasar la vieja marca de 4,191 de Ty Cobb.
Pero ese arribo a Cooperstown se descarriló cuando Rose se vio envuelto en un escándalo de apuestas mientras se desempeñaba como mánager de los Reds. Una investigación de las Grandes Ligas determinó que Rose apostó a juegos de las Grandes Ligas de 1985 a 1987, incluidos los que involucraban a los Reds.
En agosto de 1989, Rose accedió a una suspensión vitalicia.
Rose negó las acusaciones durante años, antes de reconocer en 2004 que había apostado al béisbol, con la esperanza de que se le readmitiera y de que pudiera ingresar al Salón de la Fama.
Billy Walters, uno de los apostadores más conocidos y prolíficos de Las Vegas, dijo que Rose se equivocó desde el comienzo.
“Él jamás debió apostar al béisbol”, dijo Walters, quien creció e Kentucky y fue un gran admirador de Rose y de los Reds. “Hay muchas cosas a las que puedes apostar. Además, después de que lo descubrieron, él debió haberse sincerado y decir la verdad. Debió haber pedido perdón. Pienso que, si lo hubiera hecho, esto habría llevado un tiempo, pero creo que se le habría exaltado en el Salón de la Fama”.
“Pero cometió esos dos errores, y siguió apostando al béisbol después de que buscaba un puesto en el Salón de la Fama. Miren, no hay nadie en el mundo que sea más proapuestas que yo, pero si estás en un deporte, especialmente en el béisbol, no puede hacer eso”.
El béisbol trató de distanciarse de las apuestas deportivas, incluso de las legales, luego del llamado “Escándalo de los Medias Negras”. Ocho peloteros de los White Sox fueron suspendidos por perder intencionalmente la Serie Mundial de 1919, coincidentemente ante los Reds de Cincinnati.
Shoeless Joe Jackson, astro de los Medias Blancas y quien ostentó un promedio de bateo de .356 en su carrera, fue uno de los castigados. Al igual que Rose, no está en el Salón de la Fama.
El deporte ha tenido otras controversias en materia de apuestas desde entonces. El mánager de los Dodgers de Los Ángeles, Leo Durocher, y el pitcher de los Tigers de Detroit, Denny McLain, fueron suspendidos por apostar.
Willie Mays y Mickey Mantle, pese a llevar años retirados, fueron reprendidos por asociarse con casinos.
El béisbol no fue el único deporte que condenó incluso las formas legales de apuestas. Las otras ligas deportivas profesionales, así como la NCAA, mantuvieron la misma postura hasta 2018, cuando la Corte Suprema consideró anticonstitucional la Ley de Protección del Deporte Profesional y Amateur aprobada por el Congreso en 1992.
Hasta entonces, sólo Nevada ofrecía apuestas legales a un encuentro deportivo. Ahora, 38 estados las han legalizado.
Empresas como BetMGM Sportsbook, Caesars Entertainment y DraftKings son patrocinadoras prominentes en los partidos de las Grandes Ligas, la NFL, el hockey sobre hielo e incluso el deporte colegial.
Los dirigentes no quieren dar el menor indicio de un acto inapropiado y trabajan con empresas que supervisan las apuestas para erradicar cualquier práctica ilícita. Ello ha llevado a que se impongan medidas disciplinarias a los deportistas por apuestas deportivas.
Algunas reglas se han relajado para permitir que los deportistas vuelvan más rápido al campo, un indicio de que no todas las infracciones son vistas de la misma manera. Por ejemplo, el caso de un deportista que apuesta a una disciplina que no es la que practica suele verse como más leve que el de alguien que pone dinero en el mismo deporte que juega.
Fay Vincent, comisionado de las Grandes Ligas de 1989 a 1992, dijo el martes que su deporte podría crear una categoría separada en el Salón de la Fama, con los acusados de hacer apuestas o de dopaje.
“Va a haber una distinción entre la corrupción y el deporte, y las apuestas están en esa encrucijada”, dijo Vincent. “Pronostico que habrá una especie de Salón Subterráneo de la Fama, para aquellos que estén manchados, de quienes se reconozca su forma de jugar pero no su corrupción”.
“Simultáneamente, pienso que habrá un reconocimiento de que el impacto financiero abrumador de las apuestas sobre los deportes no puede tolerarse sin una supervisión nacional y una dimensión legal, porque los apostadores tratarán de manipular los juegos como siempre lo han hecho. Esa explosión va a requerir una nueva examinación de lo que nos hemos hecho a nosotros mismos”.