Ni NFL ni voleibol: Antonio Brown se decide por el béisbol y es la nueva sensación de la liga Doble A
El hijo de un exjugador de fútbol americano y de la apoderada de los Indios en la LVSM, suena como un fuerte candidato al Premio Novato del Año de la llamada pelota dominguera.

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Por su sangre paterna, el joven pelotero Antonio Brown Guilloty pudo haber elegido el fútbol americano como su deporte predilecto tras nueve años de su progenitor, Alex Brown, como jugador de la NFL.
“A los ocho o nueve años yo jugué fútbol americano y no me gustó porque no me gustaban los cantazos. Yo siempre le decía a mi papá ‘no me gusta dar cantazos; me duele, me duele’. Pero él me decía, ‘dale cantazos a ellos’. En mi mente eso no hacía sentido”, compartió a Primera Hora Brown, hijo, en una conversación vía telefónica.
De otro lado, por la tradición materna, pudo haber optado por el voleibol. Su madre, Karimar Guilloty es la apoderada de los Indios de Mayagüez en la Liga de Voleibol Superior Masculino (LVSM); su abuelo, José Guilloty, el coapoderado y su tío, José Emir Guilloty, histórico jugador de la franquicia.
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Pero, a sus tres años, su abuelo José le presentó un bate y una bola en una de sus visitas a la isla y no hubo marcha atrás. Este 2025, Brown hizo su debut en la Liga de Béisbol Superior Doble A con los Cachorros de Ponce, y suena como el fuerte candidato al Premio Novato del Año.
Antonio nació en Florida, creció en Chicago y eligió Georgia para completar sus estudios universitarios en finanzas en Mercer University, en dónde, además, jugó béisbol en la NCAA, División I.
“Mi meta es ser Novato del Año y ganar juegos para los Cachorros de Ponce. Eso son las dos cosas en que yo me he enfocado. Cuando entré rápido vi el récord de los años pasados de los Cachorros, que es una franquicia nueva”, contó el jugador de 23 años.
“Es una cosa que pensé al principio cuando entré a esta liga para que sigan subiendo mis expectativas, subir de nivel y tener un impacto rápido para jugar en la Liga Profesional Roberto Clemente (LBPRC)”, agregó.
Ponce tuvo una pausa en el béisbol Doble A desde el 1982 hasta el 2023. En su regreso tuvieron marca de 3-17. Para el 2024, jugaron para 4-15 y este 2025 tienen foja de 5-8 en la cuarta posición de la sección Sur.
La misión de Brown, es, también, guiar a los Cachorros a la postemporada.
Antes de empezar en la Doble A, Brown arribó a la isla en 2024, en donde jugó la liga Clase A con el Maní de la Sultana del Oeste. Estas ligas son para él las escaleras para alcanzar la oportunidad de debutar en la LBPRC.
“Yo me enamoré con la pelota acá a los tres o cuatro años. Ahí es donde también aprendí español”.
Objetivos claros
Antonio está ‘quemando la liga’ al promediar .340, producto de 18 imparables, 12 carreras anotadas, cinco remolcadas y 18 bases robadas en 13 partidos.
De hecho, está a tres bases estafadas de romper el récord de almohadillas robadas en una temporada de 20 duelos, marca que estableció Alexis Torres, de los Gigantes de Carolina, el pasado año con 21.
“Desde el principio pensé ganar el Novato del Año, ayudar al equipo y también romper el récord de bases robadas. Desde los primeros dos juegos, yo estaba preguntando cuál era el récord para yo saber y así seguir adelante”, dijo el jardinero.
“Lo mejor que yo puedo hacer es correr las bases para dar oportunidades a los bateadores que están detrás de mí. Si tenemos cero out y yo llego a segunda y a tercera (base), pues ahora solo tienen que dar un fly para que yo pueda llegar en vez de dos hits o algo así. Es quitar esa presión al equipo. Sobre el récord, si pasa, va a pasar. Ese es el plan de Dios”, aseveró Brown.

Brown es uno de los jugadores con menor edad dentro de la novena ponceña, así que la veteranía de sus compañeros -algunos profesionales- es para él un espacio de crecimiento, y, en ocasiones, de reto.
Antonio opinó que el béisbol Doble A es distinto al colegial por la complejidad de los lanzadores; no por velocidad, sino por los estilos.
“Yo veo la Doble A como División 1, un poquito mejor. Son muchos profesionales, muchos exprofesionales que juegan en esta liga y también son un poquito más viejos. Hay personas que tienen treinta años, pero han jugado en un nivel profesional. Así que, como ellos tiran los pitcheos es un poquito diferente... No es que tiran recta a 95 millas por hora, pero tiran curva, tiran slider, cambio, tiran todo en cualquier conteo. Esa es la diferencia entre División 1 y esto. Es un poquito más difícil”, aseguró.
No obstante, Brown comentó que sus padres lo han preparado para los momentos de dificultad dentro del terreno.
“Desde chiquito me han enseñado que hay que trabajar duro, que hay que hacer más que los otros jugadores, porque el fútbol americano solo es un deporte de los Estados Unidos, pero la pelota es un deporte mundial. Hay que competir con toda la gente que hay allá, en Japón, en Italia, la República Dominicana, en donde sea”.
Así las cosas y a los cuestionamientos de su padre sobre si está listo para batallar contra los demás, Brown asegura tener la mentalidad de enfrentar al mejor jugador del mundo.
“Me encanta jugar en Puerto Rico”
Antes de llegar a Clase A, Brown desarrolló toda su carrera en el béisbol en suelo estadounidense. Su estadía, hasta entonces, en Puerto Rico ha sido satisfactoria.
“Me encanta jugar en Puerto Rico. La fanaticada es una cosa increíble. Allá (en Estados Unidos), es un poquito menos loco, voy a decir, pero acá pueden haber 10 personas en el parque, y eso suena como si estuviera bien full”, expresó entre risas.
Aunque su familia reside en Georgia, su plan es extender su camino en el deporte en la isla.
“Yo me quiero quedar acá. Me encanta; las personas son bien amables, me tratan bien”, concluyó.