Sin poner un pie en un terreno de juego en Grandes Ligas, el puertorriqueño Fernando Carrasquillo encontró la manera de formar parte del Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown.

Carrasquillo, de 22 años y natural de San Juan, se encuentra en medio de un verano de ensueño como parte de un grupo de estudiantes universitarios convocados para trabajar en el llamado Recinto de los Inmortales.

El estudiante de la Universidad de Connecticut fue uno de 15 jóvenes seleccionados entre más de 600 solicitudes para formar parte del Steele Internship Program, a través del cual, por diez semanas, los jóvenes viven la experiencia de trabajar todos los aspectos del Salón de la Fama.

Todo ello como si fueran empleados a tiempo completo, 40 horas a la semana.

Desde que el programa inició en el 2001, Carrasquillo es el primer puertorriqueño que es seleccionado.

“Es un sueño hecho realidad”, afirmó Carrasquillo en entrevista telefónica. “Lo más que me gusta es compartir esa pasión por el deporte con todas las personas que entran al museo. Decirles los ‘buenos días’ y si veo alguien con la camisa de Roberto Clemente, les digo que soy de Puerto Rico, y que ese es el pelotero más grande que ha dado mi país”, añadió.

Como parte del internado, Carrasquillo hace de todo un poco en Cooperstown, desde vender boletos hasta asistir la biblioteca. Según explicó, la institución se divide en tres partes: el museo, la biblioteca que sirve como centro de investigaciones y el Salón de la Fama. Los estudiantes, a través de las diez semanas, trabajan en todas las áreas.

“Esa pasión por el deporte y por el béisbol es lo más que gusta, pues podemos conectar con personas extrañas. Todas las experiencias únicas que tiene cada día, desde hablar con los compañeros, un visitante, o hasta algún miembro del Salón de la Fama”, dijo Carrasquillo, quien es nieto de José Julián Álvarez, director general del Pabellón de la Fama del Deporte Puertorriqueño.

“Lo más que impresiona es la cantidad de artefactos. Tienen una colección de sobre 40,000 artefactos tridimensionales, como un bate de Babe Ruth, guantes que usó Roberto Clemente o una camisa de Lou Gehrig... Tener presente ese artículo con tanta historia detrás es impresionante”, narró el joven.

Carrasquillo dijo que, debido a que Cooperstown ubica en el estado de Nueva York, las placas más visitadas son las de los jugadores Yanquis más grandes como Ruth, Gehrig y Joe DiMaggio. Pero otras placas como las de Clemente, Willie Mays y Hank Aaron también son solicitadas.

Y claro, como empleado, ya tuvo su encuentro con puertorriqueños, cuando atendió un caballero que vestía un abrigo con el logo del Baloncesto Superior Nacional e iba acompañado por su familia.

“Ese logo no lo va a tener más nadie”, recordó entre risas. “Me presenté, les expliqué dónde estaban las placas de los tres boricuas y les recomendé que visitaran la exposición Viva Baseball. Me dieron la gracias por la calidad de servicio que les di, que es lo que nos distingue en el Salón de la Fama”, concluyó.