El ingrediente principal del toque de Mako Oliveras ahora es la miel
El dirigente más ganador en la historia de la pelota invernal boricua explicó cómo logró enderezar a los Indios de Mayagüez, a los que tiene en busca del campeonato de la LBPRC.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Mayagüez. El viaje de Max ‘Mako’ Oliveras en el béisbol se inició en el 1968 y a los 76 años, más de cinco décadas después, ya convertido en el dirigente más ganador en la pelota profesional boricua y en miembro del Salón de la Fama del béisbol puertorriqueño, está en la búsqueda de otro campeonato para sumar a los siete que ya tiene.
Y lo hace contra un estratega, Edwards Guzmán, que es 30 años menor que él y está en su primera experiencia como dirigente.
Una vez más, el cúmulo de experiencias y conocimiento del dirigente de los Indios de Mayagüez, y los resultados, ponen en evidencia por qué Oliveras es tan respetado y reconocido en la pelota puertorriqueña.
“Fíjate, yo nunca me imaginé que estaría aquí de vuelta”, dijo Oliveras, quien hace unos años se acogió a un semi retiro voluntario para pasar más tiempo disfrutándose a su nieto. En los pasados años ha estado ligado a la franquicia mayagüezana pero más en calidad de coach del banco o de asesor.
“Una vez, cuando despidieron a (Jesús) Motorita Feliciano en la campaña (2019-20), me ofrecieron dirigir y dije que no porque a él yo lo considero familia y no pensaba que fuera ético. Pero dije que yo podía ayudar en el banco, y ahí entré con Robinson Cancel”, recordó.
“Este año, que pasa lo de Luis Matos, el dueño me pidió que por favor le ayudara a dirigir el equipo y yo, en vista de lo bien que se ha portado él conmigo, acepté y me ha ido bien”, agregó. “Yo creo que Luis Matos es tremendo dirigente. Yo no he hecho nada diferente a lo que él hizo”.
Pero ciertamente aplicó su toque de sabiduría para enderezar la trayectoria de los Indios, que pese a contar con uno de los mejores planteles de la liga, patinó por ocasiones y llegó a quedarse fuera del grupo de los primeros cuatro equipos que pasan a la postemporada.
El 5 de diciembre, Mayagüez estaba en el quinto puesto de la tabla de posiciones. y fue el 23 de diciembre los Indios reemplazaron a Matos con Oliveras, quien logró que La Tribu ganara los juegos necesarios para clasificarse en la cuarta posición. ¿Cómo lo consiguió?
“Con miel”, dijo Oliveras.
“Yo aprendí con Pochi Oliver, que fue uno de mis mentores, que tú coges más moscas con miel que con vinagre. Antes yo usaba mucho vinagre… con los árbitros, y he visto a través del tiempo que hay que usar mucha miel. Eso es lo que estoy haciendo con ellos. Mucho cariño, mucho chiste…me dicen viejo. Y estoy viejo, es verdad…pero viejo es el sol y aún alumbra”, dijo, en su característica actitud.
“Estar alrededor de todos estos muchachos jóvenes me hace sentir más joven a mi también. Y ellos me han hecho las cosas fáciles. Lo primero que pregunte cuando me presenté al equipo con el dueño y Héctor Otero (gerente general) fue que si alguien no quería que yo estuviese en el equipo. Si uno decía que no yo no iba a actuar”, contó.
“Todos aceptaron y empecé a averiguar. Existía un poco de tensión (en el clubhouse) y la eliminé. Cómo? Haciendo reir a la gente. Yo soy medio payaso”, manifestó.
“Yo siempre he rehusado coger crédito. Los protagonistas son los peloteros. De que yo gané… sí. He ganado siete campeonatos porque he tenido buenos peloteros y buenos coaches en el clubhouse. Y he aprendido a darle crédito a esa gente. Y por eso es que yo creo que se me respeta tanto”.
Entre los que profesan respeto por Oliveras está Guzmán, quien desde el otro lado del diamante está en esta serie ejecutando estrategias para llevar a Carolina a su primer campeonato en más de década y media.
“Hay mucho respeto. No todo el mundo puede decir que dirigió en contra de Mako, y menos en una serie final”, expresó Guzmán, quien jugó para Oliveras con Santurce y en lo que fue el último cetro de Guzmán como jugador, cuando los Indios jugaron como Aguadilla-Mayagüez.
Guzmán nació en 1976 y Oliveras en el 1946.
“Es un privilegio. Pero una serie final es para competir, y qué mejor que hacerlo contra él”, concluyó el bayamonés.