Tan pronto Edwin Rodríguez presentó su renuncia  el domingo a la dirección de los Marlins de Florida y salió del Tropicana Field en Tampa Bay, tomó su auto y condujo por cinco horas  hasta su apartamento en Miami. Meditó  sobre la decisión que acababa de tomar y después de mucho pensar, llegó a la conclusión de que había tomado la decisión correcta.

“Me hice mil preguntas. Medité en las cosas que hice y en las que no. En las palabras que usé en distintos momentos. Me pregunté si de aquí a cinco, diez o 20  años estaría conforme con la decisión que acababa de tomar y, definitivamente, estoy convencido de que fue lo correcto”, reflexionó un tranquilo Rodríguez al conversar con Primera Hora vía telefónica desde Miami.

Rodríguez, el primer boricua en dirigir en las Grandes Ligas,  rompió el silencio hoy luego de quitarse el domingo el uniforme de piloto de los Marlins  en medio de una desastrosa racha por la que atraviesa la novena, que la ha sumido en el último puesto de la División Este de la Liga Nacional.

Soltó las riendas de la novena luego de un mes de junio de pesadilla en el que perdió 17 de 18 partidos y  20 de sus últimos 23 desafíos.

“Fue una decisión muy sopesada, basada en los resultados. El equipo no estaba reaccionando. El mensaje no estaba llegando... Lo intenté todo. Unas veces traté de calmarlos. Otras, les grité, rompí cosas. De todo. Y no logré sacarlos de ahí”, subrayó  Rodríguez.

“Veo que estamos últimos en prácticamente todas las estadísticas. A lo mejor no teníamos un buen equipo como pensamos. No sé...”, agregó Rodríguez, quien aclaró que la gerencia del equipo jamás le pidió la renuncia, aunque sabía que era una idea que estaba en el tintero.

El ahora ex piloto de los Marlins indicó, incluso,  que el dueño del equipo, Jeffrey Loria, lo llamó desde Europa y le pidió que no abandonara el equipo hasta que regresara a Estados Unidos para conversar personalmente, pero Rodríguez ya había tomado la decisión.

Sin embargo, según Rodríguez, lo más difícil de todo el proceso fue despedirse de sus jugadores, muchos de los cuales dirigió desde las ligas menores.

“Hubo algunos que se afectaron grandemente. Se culpaban de lo que estaba sucediendo porque sentían que no hicieron el trabajo, pero yo traté de hacerles ver que esto es un proceso  normal y que tenían que seguir intentándolo”, sostuvo.

Plaga de lesiones

Las lesiones de algunos de sus jugadores claves fueron un factor adverso para el equipo y entre ellas sobresale la del estelar abridor Josh Johnson, quien aún permanece en la lista de lesionados por problemas con su hombro. El campocorto y toletero dominicano Hanley Ramírez también ha perdido tiempo de juego por una lesión, además de que ha tenido una campaña decepcionante con el bate (batea apenas .201).

De igual manera, Florida tiene en la lista de lesionados a uno de sus relevistas principales, Clay Hensley, también lastimado en  su hombro.

“Cuando tú haces un equipo de Grandes Ligas, lo confeccionas alrededor de tu as abridor, de tu mejor bateador, de tu set-up (armador intermedio) y tu closer (cerrador). Y se nos lesionaron tres de los cuatro”, enumeró el ponceño.

Pondera su futuro

Por lo pronto, Rodríguez espera tomar unos días de descanso antes de decidir cuál será su futuro en el béisbol organizado.

“Después de 31 años en el béisbol, lo más que quiero en estos momentos es pasar la mayor cantidad de tiempo posible con mi familia”, sostuvo.

“Ya llegué y demostré que puedo dirigir a nivel de Grandes Ligas. No sé qué puede pasar luego, pero ahora mismo pienso que si no es una nueva oportunidad como dirigente, preferiría algún trabajo que me permita pasar la mayor parte del tiempo en Puerto Rico”, sentenció.