De leyenda de los Yankees a músico: Bernie Williams disfruta su nueva etapa en los escenarios
El puertorriqueño ha seguido cosechando éxitos fuera del terreno, y este año debutó con la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
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Tan temprano como a los ocho años, el vegalteño Bernie Williams descubrió que tenía dos pasiones en su vida: la música y el béisbol, dos caminos que eventualmente recorrería.
Cinco años más tarde, Williams se matriculó en la Escuela Libre de Música de San Juan, donde rápidamente se comenzó a destacar como guitarrista, mientras se empezó a perfilar como un prometedor prospecto de las Grandes Ligas.
Pero, optó primero por el béisbol y no le fue para nada mal. Williams, de 56 años, se convirtió en una leyenda de los Yankees de Nueva York, con quienes jugó 16 temporadas y ganó cuatro campeonatos de Serie Mundial. Fue elegido cinco veces al Juego de Estrellas y ganó cuatro Guantes de Oro y un Bate de Plata. Además, fue el Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Americana en 1996 y el campeón bate de la Americana en 1998.
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Aunque oficializó su retiro en 2015, Williams disputó su último partido en las Mayores en 2006 y decidió que era tiempo de incursionar en su otra pasión de lleno.
“La música era una pasión bien grande para mí. Yo empecé a tocar guitarra a los ocho años y soy egresado de la Escuela Libre de Música, con mucho orgullo. Para los efectos, yo creía que iba a ser músico, pero empecé a jugar pequeñas ligas a los ocho años también y a los 15 me firmaron. Aun así, siempre seguí con la música. Es una cosa que siempre ha sido parte de mi esencia como persona”, contó Williams en una entrevista con Primera Hora en el Estadio Hiram Bithorn, en San Juan.
Según sus excompañeros, se le solía ver tocando la guitarra en la esquina de su vestuario en el Yankee Stadium. Por esta razón, no es una sorpresa que el otrora jardinero de los Yankees viera el fin de su carrera como una oportunidad para reinventarse y, en 2016, obtuviera un grado de bachillerato en Música de la Escuela de Música de Manhattan.
“Cuando se me dio la oportunidad de seguir estudios más serios en la música después de mi retiro, pensé que no tenía más nada que probar en el béisbol y decidí perseguir algo que tengo la juventud, capacidad y recursos para hacerlo. Era algo que no tenía que hacer por el dinero, y eso me ha dado la oportunidad de realmente crecer mucho más como músico”, expresó Williams.
No existen dudas de que el vegalteño tuvo una brillante carrera en las Grandes Ligas. Terminó con un promedio de bateo de .297, 287 cuadrangulares, 1,257 carreras impulsadas, 1,366 anotadas y 2,336 hits. Como si fuera poco, fue en 1999 el jugador mejor pagado de la novena del Bronx hasta esa fecha, luego de firmar un contrato de siete temporadas por $85 millones.
Sin embargo, Williams, quien estuvo en la boleta a Cooperstown en 2012 y 2013, pero no recibió los votos suficientes para mantenerse elegible, ha sobresalido en la industria de la música al igual que en el terreno de juego.
El exguardabosques publicó su primer disco, The Journey Within, en 2003, tras pactar un acuerdo con la compañía MPL Communications, de Paul McCartney, mientras era jugador. Esta producción fue bien recibida por el público y llegó a estar en la tercera posición del Contemporary Jazz Chart de Billboard. En 2009, lanzó su segundo disco, Moving Forward, que fue nominado a un Grammy Latino al Mejor Álbum Instrumental, y este año debutó con la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
“Lo último que hice fue tocar con Gustavo Dudamel con la Orquesta Filarmónica de Nueva York en el David Geffen Hall del Lincoln Center. Yo soy un chamaquito de Vega Alta, que creció en el barrio Maricao, y tuve esa oportunidad. He tocado en Egipto, Sudáfrica, Francia, España y en Londrés, específicamente en el Abbey Road Studios, que es donde tocaron los Beatles. Esta etapa de mi vida ha sido bien especial, después de tener la carrera que tuve como pelotero. Realmente, soy bien bendecido”, compartió Williams.
También ha tenido la oportunidad de tocar en el Yankee Stadium, el mismo parque en el que asumió un turno de bateo en miles de ocasiones. En cambio, manifestó que los nervios son distintos dependiendo de la ocasión en la que le hubiese tocado batear.
“Si estás bateando, es la novena entrada, el partido está en juego con tres en base y dos outs, los nervios están ahí, pero es lo mismo a cuando me presentan para tocar el himno. Los nervios son iguales, pero es bien interesante porque en ambas situaciones practicas y trabajas, pero lo que importa es cómo salga todo en ese momento”, concluyó.