Pennsylvania. Las Pequeñas Ligas han celebrado su Serie Mundial en Williamsport desde 1947. Pero tendrán un invitado nuevo a partir de este miércoles, cuando inicie el torneo.

Cuba participará por primera vez. En marzo, Bayamo doblegó 6-2 a Habana del Este para convertirse en el primer equipo de la isla en clasificarse al torneo.

Y es evidente que los jovencitos de Bayamo están felices por su logro. El lunes, a su llegada a un día de campo auspiciado por las Pequeñas Ligas en un colegio al otro lado del Río Susquehanna, un pelotero cubano iba envuelto en la bandera de su país, la única que el equipo ha traído al evento.

Disputarán su primer duelo este miércoles, ante Japón.

“Estamos muy orgullosos de estar aquí, representando a Cuba”, comentó el manager Vladimir Vargas. “Hay muchos equipos que quieren estar acá, y nosotros lo conseguimos. Es algo asombroso para nosotros”.

Para los cubanos no ha sido fácil llegar a Williamsport, ni dentro ni fuera del terreno.

Las Pequeñas Ligas se expandieron de 16 a 20 equipos en 2022, lo que implicó añadir a Puerto Rico, Panamá y Cuba en una rotación en que cada zona recibe un pasaje automático para un equipo en el torneo en dos de cada tres años. Al tercer año, compiten para llegar a la Serie Mundial de Pequeñas Ligas en su región más grande.

Este año, el mejor equipo cubano tenía asegurada su participación en el certamen.

Las tensiones de la Guerra Fría marginaron a Cuba de la Serie Mundial de Pequeñas Ligas durante décadas. Más recientemente, cuando los dirigentes del torneo se acercaron a Cuba, el país respondió colocando unos 700 equipos bajo la etiqueta de Pequeñas Ligas.

Y pese a que hay apenas 367 kilómetros entre La Habana y Miami, ésta es la primera vez que los peloteritos y coaches cubanos pondrán un pie en suelo estadounidense.

“Nos encontramos muy orgullosos de estar aquí”, dijo el capitán cubano Edgar Torrez. “Es una buena experiencia para nosotros, el mejor momento hasta ahora ha sido tan sólo ver el campo donde vamos a jugar”.

La misión de los cubanos no será fácil en su primera aparición. Chocan con Japón, el último equipo internacional que se coronó, el 2017.

Asimismo, los japoneses han ganado cinco veces el torneo desde 2019. Es lo más cercano que hay a una dinastía en la Serie Mundial de Pequeñas Ligas en un buen tiempo.

“Hemos mirado un par de videos de sus juegos, pero Japón es siempre un equipo duro”, reconoció Vargas. “Vamos a jugar como lo hicimos en Cuba, para ganar”.

En el campo, Bayamo finalizó su torneo nacional con una foja de 8-2. Perdió el primer duelo de la serie al mejor de tres en la segunda ronda y en la fase por el título.

Bayamo eliminó a sus contrincantes con el bateo. Anotó al menos cinco carreras en cada uno de los tres juegos en la serie de campeonato.

El equipo japonés al que se enfrentarán los cubanos no es el mismo con sede en Tokio, que lo ganó todo en 2017. Sin embargo, tampoco será un rival fácil. Los Musashi Fuchu marchan invictos en su región.

Toyo Hirooka, el manager japonés, ha acudido antes a la Serie Mundial de Pequeñas Ligas. Visitó hace 10 años el certamen para ovacionar a su hijo, quien estaba en el equipo japonés en 2013. Aquel conjunto fue uno de los tres de Japón en cuatro años que se coronaron.

Será el primer regreso de Hirooka a Estados Unidos desde entonces.

“Sólo queremos ganar aquí”, mencionó Hirooka. “Igual que antes”.

El ganador del duelo Cuba-Japón avanzará para enfrentar a México, que descansará en la primera ronda. El perdedor irá a la eliminación.

México avanzó a las semifinales del lado internacional el año pasado, pero cayó ante Curazao, que a su vez sucumbió por 13-3 ante Hawai en la final.

Este año, ese campeón de Honolulu no llegó a Pennsylvania. Lo eliminó Northern California, derrotado después por Southern California, que ganó así la Región Oeste.

En tanto, los cubanos tendrán una motivación adicional. Jugarán frente a sus familiares en South Williamsport.

“Voy a jugar incluso mejor”, dijo Édgar. “Estoy contento por mi familia”.