St. Petersburg, Florida. Blake Snell pasó casi 10 minutos hablando del decepcionante desenlace de la Serie Mundial. Luego, emitió un mensaje a sus compañeros de Tampa Bay.

“Simplemente espero que los chicos entiendan que no deberíamos conformarnos con ser segundos”, dijo Snell, galardonado con el Cy Young de la Liga Americana en 2018. “Tenemos que encontrar una manera de ser mejores el año próximo y de llegar hambrientos a la pretemporada”.

Los Rays se sienten listos para el éxito a largo plazo, gracias a un plantel talentoso y joven que incluye a Snell, Tyler Glasnow, Brandon Lowe, Austin Meadows y el cubano Randy Arozarena, su figura en la postemporada. Y los monarcas de la Liga Americana buscarán dar el paso que les faltó, luego de caer en el sexto juego de la Serie Mundial ante los Dodgers de Los Ángeles.

En el futuro se aclarará si el gran desempeño de los Rays en una campaña abreviada y disputada en parques vacíos por el coronavirus ayuda en los esfuerzos de la franquicia por obtener una nueva casa que reemplace el Tropicana Field.

Quizás en el caso de este equipo terminen siendo dos parques.

Con el visto bueno de las Grandes Ligas, el dueño principal Stuart Sternberg explora la posibilidad de dividir eventualmente sus juegos como local en nuevos estadios que se construirían en Montreal y en el área de Tampa/St. Petersburg.

Tampa Bay suele ser uno de los equipos que menos público atrae a su parque, incluso en campañas en que ha avanzado a los playoffs.

El contrato de arrendamiento del Tropicana Field por parte del equipo expira al concluir la temporada de 2027.

Y si los antecedentes se mantienen, haber llegado a la Serie Mundial por primera vez desde 2008 no impactará los niveles de asistencia al estadio de manera significativa una vez que se permita el regreso del público al graderío.

Los Rays avanzaron a la postemporada cuatro veces en un tramo de seis temporadas, de 2008 a 2013. En dos de esas ocasiones, la asistencia subió de forma ligera al año siguiente. El apoyo cayó después de las otras dos campañas, incluyendo lo ocurrido en 2011, cuando hubo un descenso de más de 4,100 personas por encuentro.

Hace un año consiguieron también un boleto de playoffs, cuando promediaron 14,552 espectadores por juego.

Decisión costosa

El estilo agresivo y algo innovador del manager Kevin Cash ayudó a que los Rays ostentaran una foja de 40-20, la mejor de la Liga Americana en la temporada regular. Pero resultó contraproducente en el sexto juego del Clásico de Otoño.

Cash retiró a un dominante Snell en la sexta entrada, cuando los Rays ganaban por 1-0.

Snell había permitido recién su segundo hit del encuentro. Los Dodgers despertaron ante el relevista Nick Anderson y finiquitaron la serie con una victoria por 3-1.

El piloto insistió en que, si volviera a enfrentar la misma situación, confiaría de nuevo en Anderson y en el resto del bullpen para hacer la tarea. Pero reconoció que la decisión simplemente no funcionó.

“Estamos orgullosos de lo que hemos logrado este año. ¿Llegamos donde queríamos? No”, dijo Cash. “Pero este equipo tenía altas expectativas... Nos quedamos un poco cortos”.