Nueva York. Le tomó 14 años de espera, pero al final, es un miembro del Salón de la Fama del Béisbol.

A sus 59 años, Bert Blyleven aún disfruta y vive del béisbol. Tan es así que cuando fue presentado ayer con Roberto Alomar como uno de los dos nuevos integrantes de Cooperstown, fue el ex lanzador, 17 años mayor que el boricua, el que parecía un niño pequeño en una tienda de juguetes por la emoción que le causó pertenecer, finalmente, al Salón de la Fama. El que no conocía a Blyleven antes de ayer, se llevó muy buena impresión del carismático ex lanzador, que hoy en día es comentarista televisivo de los Mellizos de Minnesota.

“Siempre me divertí jugando béisbol, así que me gustaría que todos se pararan en este momento”, fue lo primero que dijo Blyleven al ser presentado. “Quiero que todos den 20 aplausos”, continúo. Y luego de lograr su cometido, causó la primera gran carcajada del día: “Le aposté a Roberto 20 pesos que podía obtener una ovación de pie”.

Blyleven, nacido en Holanda pero criado en California, nunca dio señales de rencor en contra de la Asociación de Escritores de Béisbol en América por hacerlo esperar 14 años, especialmente luego de acumular 74.2% de los votos el año pasado, a ocho votos del mínimo del 75%.

“Hace dos años estaba contento con el 62% y luego sacamos 74.2%. Creo que eso me asustó porque no quería estar a dos o tres votos de lograrlo. Quiero agradecer a todos los escritores, esto es un gran honor. Pasé por mucho, pero finalmente llegué”, dijo Blyleven, quien hasta agradeció a los árbitros “a pesar de que siempre estaban ciegos para mí”.

Blyleven jugó por 22 temporadas en las Mayores, en las cuales alcanzó 287 victorias. El lanzador reveló que guarda cada una de las pelotas de todas sus victorias. Además, sumó 3,701 ponches de por vida, el quinto total más alto en la historia de las Grandes Ligas.

Y ahora, como inmortal, sólo lamentó el hecho de que su padre Johannes Cornelis Blyleven, quien murió en el 2004, no estuviera presente para compartir con él tan histórico momento.

“Mis papás llegaron de Holanda con 72 dólares en sus bolsillos. Vivimos en una casa pequeña y como niños esperaban que saliéramos a trabajar, y lo hicimos”, recordó.