Baker sobre celebraciones de Correa y Rodríguez: “Es demasiado tarde para que yo cambie el mundo”
El piloto de los Astros no quiso opinar directamente sobre las tendencias del béisbol de la actualidad, donde se da espacio para celebraciones especiales en los grandes momentos.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
PUBLICIDAD
Boston. Dusty Baker, un manager de la vieja escuela, prefiere mantenerse al margen de los desplantes de los peloteros en el terreno.
Y para justificar su postura neutral, comenta: “Es demasiado tarde para que yo cambie el mundo”.
El lunes, en el tercer juego de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, el lanzador venezolano de los Medias Rojas, Eduardo Rodríguez, señaló hacia un reloj imaginario en su muñeca, luego de ponchar al puertorriqueño Carlos Correa, de Houston.
Fue exactamente el mismo gesto que Correa había hecho en el primer juego, cuando conectó un jonrón y quiso enfatizar que había llegado la hora de brillar en los playoffs.
Alex Cora, el manager boricua de Boston, reprendió entonces a su pitcher y dijo: “No debemos hacer eso”.
Rodríguez dijo que se disculparía con Correa si lo veía.
Tal vez no sea necesario, puesto que el boricua dijo: “Me encanta todo esto”.
“Ésta es la tendencia que debería seguir el béisbol en adelante”, consideró Correa. “Es necesario que los peloteros se diviertan”.
Las cosas eran distintas en la época en que jugaba Baker, quien tiene 72 años y estuvo en activo de 1968 al 86 —casi siempre en la Liga Nacional, donde la afrenta de un pitcher podía exponerlo a una lección de 100 mph la próxima vez que visitara la caja de bateo.
“En mis tiempos habrías sido hombre muerto, ¿sabes?”, dijo Baker antes del cuarto juego. “Éste es un mundo nuevo. Tengo un hijo de 22 años y trato de recomendarle: ‘Actúa como si hubieras vivido ya esto’. Pero a nadie le importa. ¿Qué opino? Que es demasiado tarde para que yo cambie el mundo”.
Horas después, Correa tampoco cambió.
Luego de dar un batazo que rompió el empate en la novena entrada, el puertorriqueño volvió a tocarse la muñeca.