Mañana lunes se cumple ya una semana de que el cubano Ysmael Romero jugó en La Habana con la Selección Nacional de Puerto Rico y en su voz se sigue sintiendo lo emocional que fue la visita a su país natal.

Fue, en el segundo juego de la segunda ventana FIBA del clasificatorio al torneo AmeriCup 2025, en La Habana, en que Romero volvió a jugar frente a su gente desde que desertó en Puerto Rico en el 2012.

Allí, en las gradas habían familiares y amistades; más de 30 personas en total que fueron a ver a Romero ejecutar con un desempeño de liderato con la Selección Nacional boricua, que terminó venciendo a Cuba por 81-73.

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Y entre esas personas estaba su hija, Dana Daniela, de 14 años y quien sigue los pasos de su padre en el básquet y vio a su progenitor liderar en la cancha con 15 puntos y 14 rebotes, además de sus acciones sin el balón para colocarse en posición de ayudar individual y colectivamente al seleccionado.

Ese doble-doble frente a su hija será inolvidable dijo Romero.

“Uno de los motivos más grandes es que mi hija me viera jugando aunque fuera en contra de mi selección de Cuba. Ella lleva tres años en el baloncesto. Se le dio oportunidad de ir a una escuela deportiva, que es la misma a la que fui durante mi infancia. Poder transmitirle toda esa energía, conocimiento y juego, era una meta”, dijo.

“Por eso tenía tanta presión”, abundó Romero. “Le habló de la agresividad, de ir a los rebotes y no quería que ninguno de esos puntos que hablo con ella se me quedara fuera en la cancha. Quería hacerlo bien para que ella viera, que viera los ‘boxout’, el correr la cancha, el pasar el balón, ser comunicativo en la cancha, estar siempre al pie del caño -como se dice. Sabía que ella estaba pendiente y fue bonito para los dos”.

Su hija tenía 2 años cuando Romero desertó al país. Por lo menos ya hace buen tiempo qeu Romero visita a Cuba anualmente.

Dana Daniel había visto jugar a su padre por videos, pero nunca en vivo, como lo hizo el lunes pasado. Tampoco le había visto jugar en vivo hacían como 12 años sus tíos y primos que también están dentro del baloncesto cubano.

Romero contó que jugar en vivo le confirmó a sus familiares lo mucho que ha crecido en su juego, sobretodo en el físico, de la evolución del jugador largo que salió de Cuba al ‘mollerú’ que juega que juega con Puerto Rico.

No faltó, claro está, las conversaciones de básquet.

“Se han mantenido en contacto en las redes sociales y me han visto por medio de los ‘links’ por donde se ven los juegos del BSN. Siguen mi trayectoria. Pero ahora en vivo destacaron mi agresividad y estaban feliz por lo que estaba viendo. Destacaron también mi físico, que ha cambiado bastante en relación a cuando salí. Estaban impresionados con eso. Estuve entrenando fuerte y llegué a Cuba en mejor condición física a pesar de que no estaba en condición de juego”, dijo.

“Cada vez que voy a Cuba hablamos mucho baloncesto”, prosiguió Romero. “Mi tío es entrenador. Mi hermano practicó y mi hija está jugando. También estuvo en el juego mi primer profesor, el que me inició en el baloncesto. Tengo también un tío que su hijo, quien desertó hace unos años, también juega baloncesto. Hablamos de baloncesto, se siente el baloncesto y fue divertido porque fue un gran partido. Se habló muy bien del juego”.

Cuba y Puerto Rico se ven las caras nuevamente en la tercera y final ventana, que tendrá sede en Puerto Rico y que se jugará en febrero del 2025.

A parte del intercambio verbal de baloncesto, Romero dijo que también hubo un intercambio de implementos del juego, además de equipo y suministros médicos que el equipo llevó hasta Cuba con la ayuda del presidente de la Federación de Baloncesto de Puerto Rico. Romero recordó que su país ha sido azotado varias veces este año por huracanes y ha sufrido también de terremotos. Además han tenido problemas con su sistema eléctrico.

Romero, quien en Puerto Rico es propietario de local de Mr. Kukis en Caguas, así como del concesionario de venta de motoras y autos usados, detalló que sus compañeros de la Selección también ayudaron a dejar en Cuba ayuda necesaria.

“Todos dejamos zapatillas, dinero, medicinas; el doctor del equipo dejó toda las mercancía del equipo para ayudar. Se donaron también otros medicamentos. Fue buena esa dinámica. Con los jugadores, yo también me quite mis zapatillas y se las dejé a uno de los jugadores jóvenes que es de mi posición. Estaban contentos con este intercambio”, dijo.