Por más de cinco años, los apoderados del Baloncesto Superior Nacional (BSN) estuvieron prácticamente operando ‘por la libre’ sin que hubiese un ente para salvaguardar los derechos de los jugadores ante la desaparición de su asociación.

Los jugadores estaban desprovistos de elementos de presión para poder hacer valer sus derechos, particularmente en una liga donde la morosidad en los pagos de los salarios era la norma del día.

La situación cambió a partir de la pasada temporada cuando la Asociación de Jugadores se reagrupó y volvió a la Junta del BSN.

La historia en el voleibol superior local es distinta. Es un organismo donde ni siquiera existe la agencia libre, entre otras cosas.

Afortunadamente para los atletas profesionales del patio, el Lic. Victor Vélez, quien es especialista en derecho laboral, ha salido al rescate, encabezando la forjación de una nueva Asociación de Jugadores en el BSN y ahora también está trabajando con el gremio de voleibolistas para defender los derechos de los atletas en ambas ligas.

“Cuando llegué al BSN, la relación de los jugadores con la liga era atropellante. Había una gran morosidad y una relación de poder en la que una parte tomaba decisiones unilaterales. Los jugadores tenían poder, pero no sabían cómo ejercerlo, cómo organizarse para tener representación. Había que orientarlos porque el mensaje no podía ser de dos o tres, sino de 150. Eso fue lo que los ayudamos a hacer”, recordó Vélez, quien fue contactado por el jugador Carlos Rivera para ayudarlo a forjar un convenio de dos años en el BSN, en el cual aceptaron unos topes salariales individuales, pero recibieron voz y voto en la Junta de Directores del BSN y restauraron un fondo de garantía salarial ($150,000), entre otros derechos adquiridos.

De paso, la Asociación logró cobrar más de $800,000 en deudas de temporadas anteriores antes del comienzo del pasado torneo.

Pero si en el BSN tuvieron que negociar duro, en el voleibol la situación pinta más complicada.

“El BSN es una liga profesional independiente cuya única relación con la Federación de Baloncesto es que requiere un aval. Pero en el caso de las ligas de voleibol, femenina y masculina, ambas son de la Federación. De entrada, hay otros elementos porque hay que lidiar con un presidente y una junta, y no solo con un director de torneo. Lo que se discute no solo afecta a apoderados, sino a la Federación”, dijo Vélez.

“Allí no visualizan a jugadores como empleados que dan un servicio. Lo ven como un pasatiempo. Algunos aún lo ven como un pago de dieta, como hace 40 años. Es un espectáculo que se hace con la expectativa de generar dinero y tiene que tratarse como tal”.

Ante esta situación, Vélez confiesa que fue convocado por atletas del voleibol para tratar de replicar allí los logros que tuvo en el BSN.

“Carlos Rivera me llamó para que hablara con Karina Ocasio para reunirme con las jugadoras de voleibol. La propuesta de traer cuatro refuerzos por equipo no gustó. Fue un despertar para las féminas. Y en esa reunión también estuvieron los jugadores del torneo masculino. Decidieron hacerlo de forma conjunta”, dijo.

“Lo del voleibol masculino superó la situación en el BSN. Tuvimos que unirnos y hacer fuerza, que los jugadores dejaran de practicar una semana. Son posturas serias. En el BSN no llegamos nunca a eso. En el BSN hubo un momento difícil, pero luego hubo una rápida colaboración. Había más veteranía negociando colectivamente”.

Con los varones, Veléz entró tarde y consiguió dos logros notables previo al inicio de torneo este jueves: la creación de un fondo de garantía salarial ($25,000) y la división de ganancias y producción del Juego de Estrellas. Pero a cambio tuvieron que acceder a un tope salarial de $20,000 por jugador. Y anticipa que con las féminas será aún más dura la negociación.

“Lo que preveo en el voleibol femenino es como el huracán Irma. Pero las féminas saben lo que hay y están listas”, dijo Vélez.

Por otra parte, el letrado agregó que recién hizo una propuesta a la legislatura para fomentar que las empresas privadas ayuden a sostener el deporte en el país.

“El fin es que auspiciadores privados tengan un incentivo contributivo si aportan al deporte. Hay que motivar al sector privado a ser parte de la solución en una mayor escala”, apuntó Vélez.