En medio de la celebración sobre el tabloncillo del coliseo que lleva su nombre, Raymond Dalmau vio cómo personas adultas se ahogaban en lágrimas de felicidad por el campeonato de sus Piratas de Quebradillas.

Dalmau entendía perfectamente la razón de su llanto. Después de todo, ha gozado y sufrido con ese pueblo por casi medio siglo. Fue pilar del equipo que ganó cuatro campeonatos en la década de los 1970s, pero también sufrió de cerca la larga sequía de títulos desde 1979 hasta este año, con seis series finales perdidas entremedio.

Por ello, algunas lágrimas eran más que pertinentes.

“Abracé a dos o tres que estaban llorando. Eso es lo que sienten, es la pasión que siente el fanático”, contó Dalmau ayer en entrevista con Primera Hora.

Dalmau llegó a Quebradillas a sus 17 años tras criarse en Nueva York. Jugó toda su carrera del Baloncesto Superior Nacional, 20 temporadas (1966-1985), con los corsarios, y fue en ese pueblo donde le pasó su amor al baloncesto a sus hijos Richie, Christian y Ricardo, quienes de niños se sentaban en las gradas para ver los partidos.

“El baloncesto es la vida de Quebradillas. Desde que yo llegué a los 17 años, eso es lo único de lo que se ha hablado. La gente espera que la temporada de baloncesto llegue para disfrutar. Por eso es que los años que no estuvieron allí (el receso) fueron años difíciles, ya que eso es parte de la idiosincrasia de ese pueblo, esa una cosa cultural, que la gente se lo vive”, apuntó el legendario baloncelista.

Dalmau, de 64 años, fue testigo de primera mano de la larga sequía. Fue dirigente del equipo en varios instancias, la última temporada en el 2010, y sus hijos también vistieron los colores piratas. Pero este equipo del 2013 tenía algo muy distinto a los grupos de los pasados 34 años.

“Tenían el carácter y la seriedad que requiere ser campeón. Tenían un dirigente, Carlos Calcaño, que es una persona seria y eso es muy importante. No es que los demás no sean serios, pero Carlos, con su manera de ser y su fe cristiana, tal vez eso se pegó en los jugadores. Consiguió que juntaran su talento y, más que otra cosa, tuvieran carácter y personalidad”, subrayó.

El también ex dirigente de la Selección Nacional sabe lo que es ganar campeonatos. Con los Piratas, conquistó títulos en las temporadas 1970, 1977, 1978 y 1979. Cuando mira la plantilla del 2013, un canastero le llamó la atención: el refuerzo Kevin Lisch, Jugador Más Valioso de la Serie Final.

“Fue el mejor refuerzo de todo Puerto Rico, en todas las facetas. Fue el motor del equipo de Quebradillas, el líder, es el tipo de jugador que tiene todas las cualidades que necesita un equipo para quedar campeón. Como líder, su personalidad, carácter... Todos esos elementos ayudaron a que Quebradillas quedara campeón”, evaluó Dalmau.

El resultado fue una noche del lunes como pocas otras en el Guajataca.

¿Qué fue lo más que le impresionó de la celebración?

“La alegría que veía en la cancha, una alegría que se esperaba tanto, eso fue lo más que me impresionó. Uno sabe que la gente añoraba tanto ese campeonato”, concluyó Dalmau.