Dos días antes de tomar la decisión de la pasada semana, Rafael Rodríguez, exapoderado de los Brujos de Guayama, fue a la cancha Roque Nido Stella para verificar si habían comenzado los trabajos para reparar el techo y el sistema de acondicionador de aire en el recinto, tal como había prometido el ayuntamiento.

No vio avances, ni intenciones de ello, por lo que decisión de vender el equipo cayó por su propio peso.

Rodríguez, quien durante 11 temporadas del Baloncesto Superior Nacional (BSN) estuvo al frente de una de las franquicias de mercado pequeño aún existentes en la liga, sabe que hay personas dolidas con su decisión. Él también lo está. Pero dice que las circunstancias básicamente le arrinconaron.

“Jamás y nunca quería dejar al pueblo huérfano (de baloncesto). Pero necesitaba una seguridad y no la tuve. Por lo que cuando se me presentó esta puerta y la cogí”, dijo Rodríguez al desahogarse sobre la decisión de vender la franquicia que debutó en el BSN en 1971.

“Creo que fue un logro competir 11 años con las franquicias de arriba, con un montón de obstáculos. Esta es una franquicia limpia. Aquí se pagaba al día y no se le debe a nadie. Pero me sentí acorralado. No tenía alternativas”, agregó.

Rodríguez vendió a los Brujos al intérprete de música urbana Ozuna, cuyo nombre de pila es Juan Carlos Ozuna Rosado. Rodríguez explicó que tenía tres opciones. La primera era jugar cargando con la responsabilidad económica sin contar con la ayuda del gobierno municipal y, a su vez, una cancha en deterioro. La segunda consistió en no participar del próximo torneo, situación que prefería no considerar debido a que ese hubiese sido el primer ‘strike’ de dos que permite el BSN antes de tener la facultad de quitarle la franquicia al apoderado. El tercera era vender. El comprador apareció en el momento indicado y decidió trasladar el equipo hacia Manatí, cambiándole el nombre a los Osos.

Rodríguez relató que, contrario a lo divulgado, durante los 11 años como apoderado de los Brujos, nadie, ni algún grupo de ese municipio, se acercó al ahora exapoderado expresando intención de adquirir la franquicia de 51 años de existencia para mantenerla en Guayama.

“Nadie. Cero. Las únicas llamadas que recibí con interés fueron las de Noah Assad cuando quería revivir a Santurce y ahora este muchacho (Ozuna)”, dijo. “Después de que salgo del equipo, y esto se hace público, entonces aparecen grupos. Pero mientras estuve no apareció nadie diciendo que quería el equipo para dejarlo aquí”.

Detalló que, según la liga, tenía 60 días después del final del pasado torneo, el cual terminó el 20 de agosto, para considerar tomar una decisión de un receso e informarlo. Ese plazo se venció el 20 de octubre.

Erick Rodríguez, exjugador y exdirigente de los Brujos, aquí junto a Jordan Howard, fue seleccionado como Dirigente del Año en la campaña del 2021.
Erick Rodríguez, exjugador y exdirigente de los Brujos, aquí junto a Jordan Howard, fue seleccionado como Dirigente del Año en la campaña del 2021. (Archivo)

Pero al conversar en septiembre con el actual alcalde guayamés, O’Brain Vázquez Molina, este le comunicó que era “muy cuesta arriba” que el deteriorado techo y el sistema de acondicionadores de aire en la Roque Nido estuviesen reparados y en óptimas condiciones para el inicio de la próxima campaña, pautada para el 22 de marzo.

“El ambiente era que el techo no iba a estar listo ni los aires acondicionados. El año pasado tuve que hacer una inversión 50/50 con ellos para poder poner unos chillers y poder jugar. Yo no puedo esperar que pase el periodo de los 60 días y una semana antes del torneo decir que voy a un receso porque afecto a la liga y a mis compañeros. Había que tomar decisiones: me muevo, receso o vendo”, continuó Rodríguez.

“El año anterior me dijeron: ‘Rafa…se acaba la temporada y nosotros comenzamos a trabajar’ (en la Roque Nido). Este año fue el mismo procedimiento. No puedo seguir con eso porque necesito una estabilidad. No iba a caer dos veces. Esta temporada tuvimos que empezar con unos abanicos. Tipos profesionales bregando con abanicos. Después aporté para los aires”, manifestó.

Antes de tomar la decisión fue a la Roque Nido. Todo estaba igual. No había ningún avance.

“El municipio todavía está trabajando con ajustes y reembolsos de seguros de dinero del huracán María. Y yo no puedo seguir todos los años con la misma rutina. No había una garantía genuina. Ahora mismo no están trabajando nada”, agregó.

“Jamás y nunca yo nunca quise dejar al pueblo huérfano de baloncesto, pero tampoco había un compromiso de que la cancha estaría operando de la manera correcta. Si hubiese estado claro de que la cancha iba a estar lista para el 22 de marzo, quizás la decisión hubiese sido otra”, continuó.

“Este es mi hobby y me encanta. Pero tampoco voy a hacer un daño. No voy a decir, a un mes del torneo, que voy a recesar porque la cancha no está lista, porque entonces afectaba a mis compañeros apoderados”, dijo.

“Un logro” su gestión con los Brujos

Rodríguez resaltó que estuvo al frente de Guayama por 11 años, lo cual considera un logro por haberlo logrado en uno de los dos mercados más pequeños del BSN. San Germán es el otro. Dijo que, al momento de su salida, era uno de los apoderados más antiguos del BSN.

Recordó que cuando entró al BSN “lo hice con una aportación del municipio que era la que nos ayudaba y nos cargaba. Hasta el 2017 esa aportación era de $200,000″.

En el 2018, dijo que tuvo que hacer un esfuerzo más grande porque, al Guayama no ser una franquicia fundadora, con una solicitud de receso “nos echábamos la soga al cuello”.

Viendo que la situación de que la cancha Roque Nido no estaría lista a tiempo para el torneo, se trasladó a Humacao. “Y jugué en Humacao para seguir y darle seguimiento al proyecto del equipo”.

Dijo que en la Ciudad Gris le abrieron las puertas pero la logística era muy complicada pues todas sus cosas y sus negocios están en Guayama, por lo que decidió regresar a Guayama para la temporada 2019.

“Me reúno con el alcalde en aquel momento (Eduardo Cintrón), quien me dice que no había ninguna aportación. Pero yo, como ciudadano orgulloso de Guayama, y porque me gusta competir en mi pueblo, acepté el reto: jugar sin ningún tipo de aportación”, afirmó.

En el 2020, porque quería seguir haciendo deporte en Guayama, según dijo, regresó al ruedo “y hubo una aportación de $50,000. Lógicamente, el mercado en el que yo compito es uno de los dos más pequeños. Si no hay una buena aportación municipal, es bien cuesta arriba, aparte de que tener que correr con gastos para atender el estado del coliseo”.

Cuando llegó la temporada del 2021, cuando salió lo de Santurce (el deseo del apoderado Noah Assad por adquirir un equipo para que jugara como Cangrejeros) “ellos (el municipio) se pusieron en alerta y me dieron $100,000 más por miedo a que el equipo se fuera.

“Hice un esfuerzo y cierro con broche de oro y con mi frente en alto. La realidad es que competí, traté de hacerlo todo bien para que el deporte se mantuviese en Guayama. Pero ya no tenía más alternativas”, continuó.

“Si receso, no tendría derecho a una segunda vez. Entonces, ¿todo lo que yo hice, el esfuerzo de 11 años, los sacrificios económicos, los sacrificios de mi familia, todas las cosas que trabajé por 11 años las iba a perder?”, preguntó. “Regreso a mis negocios. Toda la vida yo he estado en esto. Yo me voy por todas las dificultades que tengo y quizás nunca vuelva. Pero puede ser que en algún momento pueda regresar porque lo sé hacer todo y lo operé por 11 años con un montón de impedimentos. Pero siento que fue un logro para mí”.

“En las circunstancias que me tocaron tenía que aceptar cualquier cosa que surgiera. Las cosas me obligaron a vender. Pero vendí con la esperanza de que en un futuro quizás pueda volver a comprar. Pero si no vendía ahora pude haberlo perdido todo”, concluyó.