Pamela Rosado: una olímpica muy agradecida
La capitana del Equipo Nacional de baloncesto vivió este año el histórico pase a los Juegos de Tokio y sueña con ese momento.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
PUBLICIDAD
La capitana de la Selección Nacional femenina de baloncesto, Pamela Rosado, tiene en agenda cumplir uno de los mayores sueños de todo deportista elite: ir a unas Olimpiadas.
Se suponía que eso sucediera este verano. Sin embargo, la pandemia decretada por el coronavirus a principios de marzo cambió todo e hizo que los Juegos Olímpicos de Tokio se movieran al verano de 2021. Esta situación es vista por la veterana canastera como un alivio, pero en ocasiones la hace dudar de que pueda llegar a consumar su anhelo.
Agraciadamente, su buena disposición ante los retos que enfrenta la lleva a desechar esos pensamientos y seguir enfocada en sus entrenamientos de cara a esa justa importante y a los torneos que tienen en agenda. Por eso y otras razones, agradecerá hoy, Día de Acción de Gracias.
“Esos primeros meses fueron bien difíciles, no solo para mí sino para todo el equipo”, expresa Rosado sobre lo que ha sido su año pandémico.
“Fue un momento agridulce. También hubo momentos de felicidad ya que Dayshalee (la jugadora Dayshalee Salamán) llegaba de una lastimadura y el que se atrasaran las Olimpiadas permitía que ella pudiera estar”, agrega al referirse a la lesión en la rodilla izquierda que sufrió la armadora del combinado patrio durante el torneo en el que Puerto Rico logró la histórica clasificación olímpica en febrero.
Esta lastimadura requirió que la jugadora fuera operada y tuviera que entrar en un periodo de recuperación, en el que aún se encuentra.
“Yo he pensado en la posibilidad de que no se den las Olimpiadas. La pensé al principio de la pandemia. Aún nada es seguro, no sabemos qué va a suceder. La realidad es que sería triste que luego de todo el trabajo que este grupo ha hecho, de esta gesta histórica, no se llevaran a cabo. Pero tenemos mucha fe de que se van a dar y creo que papá Dios nos tiene algo bueno, y vamos a cumplir nuestro sueño”, añade Rosado.
Empezar de cero
El cierre de emergencia ordenado por el gobierno para controlar la propagación del coronavirus fue otro tropiezo que tanto ella como el resto del equipo tuvo que afrontar. Sí, porque como líder de la plantilla nacional, siempre menciona a sus compañeras.
“Tuvimos que comenzar el entrenamiento -tanto físico como en cancha- de cero”, dice al rememorar el momento en que se les permitió entrenar de forma parcial.
“Nosotras llevábamos un ciclo bien bueno en el cual nos habíamos preparado para esta meta, y estábamos a un paso de lograrlo. Así que tuvimos que apagar el ‘switch’ y volver a encenderlo para estar listas para el verano del 2021”, acota la jugadora de 35 años que siente que ha recuperado mucho de lo que perdió en ese periodo.
Además de entrenar, Rosado se ha mantenido ocupada con sus estudiantes de la escuela Ernestina Bracero, de Toa Baja, y con la lectura. En este momento lee un libro de Daniel Habif.
“Esto ha sido algo bien positivo porque me he salido un poquito de la rutina del baloncesto y de los entrenamientos. Estar con los estudiantes me aleja de pensar todo el tiempo qué va a suceder en el verano, qué va a pasar con la pandemia. No ha sido fácil porque se hace de manera virtual, pero me ha ayudado mucho”, comparte sobre su experiencia como maestra de educación física para estudiantes de cuarto a sexto grado.
De hecho, Rosado -que lleva seis meses en ese plantel- reconoce la dificultad de ofrecer una clase de educación física a distancia, pero se las inventa para que los alumnos salgan del rigor de las otras materias.
“En este momento estamos dando fútbol. Me la paso tratando de que no rompan cosas en sus casa. Pero es súper interesante verles las caritas y ver esa emoción al conectarse”, expone. “Pero también es triste y difícil cuando me preguntan cuándo vamos a volver a la escuela porque no sabemos”, puntualiza Rosado, quien anteriormente había dado clases en la escuela Pedro Albizu Campos, en Quebradillas.
En estos días festivos y particularmente hoy, Rosado tiene muchas cosas por las que agradecer. Con un nudo en la garganta, comparte varias.
“Agradezco la oportunidad de vivir. Le doy gracias a Dios por eso todos los días. Agradezco nacer en Puerto Rico. Doy gracias por la familia espectacular que tengo. Por mis padres, wow, que son únicos y han estado para mí siempre y que son parte esencial de mi carrera”, expone.
“También agradezco estar a un paso de las Olimpiadas. Ese es el sueño de todo atleta”, puntualiza la deportista.