Antes de Michael Jordan ganar seis campeonatos y consagrarse como quien la mayoría de los fanáticos y expertos consideran el mejor jugador en la historia del baloncesto, se topó con los “Bad Boys” de Detroit.

La memorable rivalidad entre los Bulls de Chicago y los Pistons de Detroit inició en 1988, cuando ambos equipos se vieron las caras en las finales de la Conferencia del Este.

En ese entonces, Jordan venía de ganar su primer premio Jugador Más Valioso y ser nombrado el Mejor Defensor del Año. Con su llamativo estilo de juego y habilidad para desafiar la gravedad cada vez que donqueaba, el escolta se estaba consolidando como la nueva cara de la liga. Mientras que los Pistons estaban en busca de sus primera final desde que se mudaron de Fort Wayne, Indiana, en 1957.

Relacionadas

Jordan anotó 59 puntos en el primer partido de la serie, pero el entonces entrenador de los Pistons, Chuck Daly, prometió que el canastero no iba a volver a tener frente a ellos una explosión ofensiva de esa magnitud y así fue. Detroit terminó ganando la serie en cinco compromisos y, eventualmente, avanzó a la final, luego de sacar del camino a los Celtics de Boston en seis desafíos.

Sin embargo, los “Bad Boys” no lograron levantar el trofeo Larry O’Brien, tras caer ante los Lakers de Los Ángeles en una serie que se extendió a siete juegos.

A pesar de esto, los Pistons dominaron la liga en los siguientes dos años al ganar los campeonatos de 1989 y 1990. En ambas campañas, Detroit eliminó a los Bulls para adelantar a las finales en gran parte gracias a las famosas “Jordan Rules”, una estrategia defensiva de los “Bad Boys” que se enfocaba en atacar a Jordan.

Michael Jordan y Horace Grant defienden a Denis Rodman en la postemporada de 1990 de la NBA.
Michael Jordan y Horace Grant defienden a Denis Rodman en la postemporada de 1990 de la NBA. (JIM MONE)

No obstante, en la próxima temporada, los Bulls barrieron a los Pistons y el estelar escolta levantó su primero de seis títulos con Chicago.

Jordan no se volvió a enfrentar a Detroit en la postemporada y se proclamó campeón en 1990, 1991, 1992, 1996, 1997 y 1998.

Y para el miembro de aquellos “Bad Boys” y dirigente de los Piratas de Quebradillas en el Baloncesto Superior Nacional (BSN), John Salley, esa rivalidad con Jordan fue el reto que lo empujó a convertirse en el GOAT.

“Sí, si nosotros hubiésemos sabido lo mucho que estábamos en su cabeza, lo hubiésemos estado 10 veces más. Yo no supe cuanto lo habíamos ayudado a ser un mejor jugador hasta el documental ‘The Last Dance’”, dijo Salley en entrevista con Primera Hora.

John Salley en las filas de los Piratas de Quebradillas durante un partido contra los Leones de Ponce.
John Salley en las filas de los Piratas de Quebradillas durante un partido contra los Leones de Ponce. (Nahira Montcourt)

Del mismo modo, abundó sobre la intensidad de la icónica rivalidad entre Chicago y Detroit al ser cuestionado por este diario acerca de cuán real era que ninguno de los dos equipos se llevaba.

“Había una rivalidad real entre ambos equipos. No nos gustaba nadie. No eran solamente ellos. Nosotros fuimos así (de físicos) porque estaba Michael en el equipo, pero realmente no nos llevábamos con nadie y hasta el día de hoy es así”, comentó.

Era un día más en la oficina

La carrera de Salley es una peculiar, ya que luego de esa intensa rivalidad con los Bulls, militó en las filas del entrenador Phil Jackson en la temporada 1995-96 con el equipo que considera el mejor en la historia.

En cambio, esto nunca fue visto como un problema para el excentro, pues expresó que siempre consideró a la NBA como un negocio y a los equipos como oficinas donde un año puedes estar trabajando en una y al siguiente año en otra. Pero también lo ayudó que era amigo de Jordan antes de que estuviese en la liga.

Michael Jordan y los Bulls acumularon seis trofeos en ocho años.
Michael Jordan y los Bulls acumularon seis trofeos en ocho años. (JACK SMITH)

“Yo era amigo de Michael antes de que fuera un Bull, y me llevaba muy bien con Scottie (Pippen). Así que cuando ellos venían a Detroit, yo les daba mis entradas. Cuando yo iba a Chicago, ellos me daban las suyas, pero nunca salíamos a cenar, nunca pasábamos tiempo juntos. Sin embargo, si lo veía (a Jordan) fuera de la cancha, era un trato muy respetuoso”, contó.

Una rivalidad como esa es algo extinto en la NBA del presente en la que los jugadores son amigos de miembros de otros equipos, y este cambio de mentalidad Salley se lo adjudicó a que la liga es ahora una mucho más internacional.

“Ahora no puedes decir las cosas que la gente solía decir tan libremente. Los tiempos cambian, aunque nosotros siempre fuimos respetuosos, pero si no llevabas nuestros colores, no nos gustabas”, concluyó.