Ella iba a ser una estrella.

Su nombre era Gianna María Onore Bryant. El mundo, de ahora y para siempre, la recordará como Gigi. Su padre, Kobe Bryant, la llamaba Mambacita. Él, por supuesto, era el Mamba, y ella iba a ser la versión femenina de él. Su plan era jugar en la Universidad de Connecticut y luego a la WNBA.

Durante los años, el mundo la observó crecer de una pequeña bebé en sus brazos, a una niña tratando de aguantar en sus manos el trofeo del Jugador Más Valioso así como su inseparable compañera en visitas a los juegos de la WNBA, colegial y de la NBA alrededor de los Estados Unidos. Ella siempre escuchando a su padre explicarle los detalles que ella veía en la cancha, tal como él lo hacía.

“Gigi realmente se estaba convirtiendo en una jugadora especial”, dijo Russ Davis, la entrenadora de baloncesto de Vanguard University en Southern California y quien se hizo en una persona cercana a Bryant en años recientes. “Es difícil predecir lo que iba a ser su futuro, pero por la manera en que ella estaba mejorando su juego, y por como entendía el juego, puedo pensar que iba a ser brillante”.

El mundo vio a Gigi Bryant crecer, siempre cerca de su padre en la cancha.
El mundo vio a Gigi Bryant crecer, siempre cerca de su padre en la cancha. (Stephen M. Dowell)

Gigi tenía 13 años. Ella era una de las nueve personas entre las que también estaba su padre, que murieron el domingo cuando el helicóptero en el que viajaban se estrelló en las montañas de Calabasas, California. Viajaban para acudir a un torneo de baloncesto en el que ella estaba supuesto a jugar. La aeronave se encendió en llamas. Los nueves, incluyendo otras dos compañeras del equipo, murieron en el accidente.

Kobe y Vanessa Bryant tenían cuatro hijas. Gigi era la baloncelista del grupo. Ella era quien iba a cargar el apellido Bryant al baloncesto. Pocas cosas hacían a Bryant más feliz que esa visión.

“Trato de ver la mayor cantidad de vídeos de juegos que pueda”, declaró Gigi en una entrevista de la filial CBS Las Vegas en el 2019 cuando ella y su padre visitaron el juego inaugural de los Vegas Aces de la WNBA. “Más información, más inspiración”.

Ella comenzó jugando soccer, deporte que amo. Pero vino hacia mí hace como un año y medio atrás y me dijo, ‘¿puedes enseñarme el juego?´ Le dije, ‘claro que sí’. Así comenzamos a trabajar poco a poco y esto se convirtió en su verdadera pasión. Así que esto es maravilloso”

-Kobe Bryant

Cuando hablaba hasta sonaba a su padre.

El estudiar vídeos estaba funcionando. Así también estaban beneficiándole las cinco, seis y hasta siete jornadas de entrenamientos que Gigi y sus compañeras estaban realizando con Bryant como coach. Ellas corrían triángulos ofensivos, tal como lo hizo él tanto tiempo con éxito durante su carrera. Hombres ya maduros, profesionales, los mejores jugadores del juego, han pasado trabajo jugando el triángulo. Bryant ya tenían a unas teenagers dominando la estrategia.

“Él nunca les gritó ni nada”, dijo Davis. “Ellas simplemente lo escuchaban”.

A principios de este mes, Bryant colocó un vídeo de Gigi en un juego. La secuencia: dribleo, pase por la esquina, posteo, esperar que la bola volvieran a sus manos, recibió la bola, manejó un gran movimiento de pies y luego lanzó en un fadeaway.

Exactamente el mismo fadeaway imparable que tenía su padre.

Y por supuesto, anotó.

“Gigi esta mejorando cada día”, escribió su padre.

Bryant y Ggi fueron a un juego local de UConn ante Houston el pasado marzo. Bryant vistió una camisa de UConn, tal como lo hizo Gigi, y le dijo a la cadena televisiva SNY durante el juego que estaba emocionado porque una de sus hijas quería seguir su legado en el baloncesto.

“Es algo súper cool”, dijo Bryant. “Ella comenzó jugando soccer, deporte que amo. Pero vino hacia mí hace como un año y medio atrás y me dijo, ‘¿puedes enseñarme el juego?´ Le dije, ‘claro que sí’. Así comenzamos a trabajar poco a poco y esto se convirtió en su verdadera pasión. Así que esto es maravilloso”.

Habían muchas similitudes físicas entre el padre y la hija, sobre todo en sus ojos negros y su mirada penetrante, pero también en la manera que jugaban. Ambos eran metódicos. Ambos estaban dispuesto a trabajar más que sus oponentes. Ella sabía quien era su padre y sabía que iba a tener sobre ella muchos ojos evaluando su juego.

A Gigi no le importaba.

Ella quería ser como su papá.

Quería seguir su legado.

Ahora es su legado también.