Tal parece que la aparente cercanía que existió en años recientes entre Estados Unidos y el resto del mundo en el baloncesto ya es cosa del pasado.

Evidencia de ello es la medalla de oro obtenida por Estados Unidos de forma invicta en la recién culminada Copa del Mundo 2014 en España con un impresionante promedio de 33.1 de ventaja en sus victorias.

De hecho, su juego más cerrado fue ante Turquía y fue por 21 puntos.

Esta es una tendencia que viene desde el Mundial 2006 en Japón, cuando el dirigente Mike Krzyzewski tomó el comando del equipo con total respaldo de USA Basketball y un programa renovado de entrenamiento y reclutamiento.

En aquel Mundial del 2006, Estados Unidos solo perdió un juego, en semifinales ante Grecia. Pero desde su triunfo sobre Argentina por la medalla de bronce, hasta el día de hoy, los norteamericanos llevan 45 victorias en ristra en partidos oficiales, incluyendo 10 en el Preolímpico 2007 (39.5 puntos de ventaja promedio), ocho en las Olimpiadas de 2008 (28.0 puntos de ventaja promedio), nueve en el Mundial 2010 (24.4 puntos de ventaja promedio), y ocho en las Olimpiadas 2012 (32.1 puntos de ventaja promedio), aparte de los nueve triunfos en España.

Durante ese transcurso, solo Brasil (perdió 70-68 en el 2010), Lituania (cayó 99-94 en el 2012) y España (perdió 107-100 en el 2012) han dado alguna competencia digna en los únicos partidos que se han perdido por menos de 10 puntos en ocho años.

Crucial “Coach K”

Según el dirigente boricua Tony Ruiz, gran parte del éxito reciente de Estados Unidos se debe no solo a su abuncancia de talento, sino a la capacidad de Krzyzewski de aglutinar ese talento y hacerlo trabajar en equipo en ambos lados de la cancha.

“Sin restarle méritos a la habilidad de estos jugadores, Krzyzewski ha hecho una labor extraordinaria vendiéndoles la idea de una gran defensa colectiva. Este equipo en España era uno que podía estar jugando un partido cerrado en la primera mitad y de momento en el tercer parcial prendían el switch de la defensa y sacaban 20 puntos de ventaja en un abrir y cerrar de ojos”, dijo Ruiz.

“Otro factor es que ya no dependen de las superestrellas, sino que formaron un equipo de buenos tiradores y de muchos obreros, como Kenneth Faried. Eso ayuda en términos de química, porque todos van enfocados en una misma causa y no con agendas individuales”.

El argumento de Ruiz es respaldado por las estadísticas colectivas de este equipo de Estados Unidos, que contó con siete jugadores promediando sobre 9.6 puntos por juego en una ofensiva bien distribuida.

“Si Estados Unidos sigue formando equipos similares y jugando con esa misma actitud colectiva, va a ser bien difícil cerrar la brecha por buen tiempo. Se vio buen talento joven de Europa en ese torneo, pero va a ser bien difícil”, sentenció Ruiz.