El conveniente relato sobre el “Redeem Team” de 2008
El documental narra la ambivalencia de la selección de Estados Unidos desde la incursión de los jugadores de la NBA.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Si aún no ha visto el documental ‘Redeem Team’ en Netflix, acerca de cómo el equipo de baloncesto de Estados Unidos recuperó su hegemonía olímpica a partir de la edición de 2008, se lo resumiré en dos partes principales: una oda al patriotismo y a su dominio en los escenarios mundiales y, por otro lado, un tributo a Kobe Bryant, a quienes muchos colocarán de ahora en adelante entre sus mejores cinco jugadores de la historia..
Desde el inicio se resalta la supremacía de Estados Unidos con jugadores universitarios, donde consiguieron nueves medallas doradas entre las ediciones olímpicas de 1936 a 1984, perdiendo solamente la de 1972 en Munich de forma controversial ante la antigua Unión Soviética, pues omiten la edición de 1980 en la que hicieron boicot a los juegos en Moscú y donde prevaleció Yugoslavia.
Sin embargo, la derrota más dolorosa y la que los convenció a ellos y a la NBA de permitir a jugadores profesionales en competencias FIBA fue el revés en las Olimpiadas de 1988, cuando la Unión Soviética, liderada por Arvydas Sabonis y Sarunas Marcioulionis, doblegó a la escuadra que encabezaba David Robinson, Dan Majerle y Mitch Richmond.
No lo mencionan, pero sus jugadores más sobresalientes de NCAA ya no podían derrotar a potencias mundialistas a partir de 1987 y esa sequía duró hasta 1991 con derrotas notables ante Brasil, Puerto Rico y Yugoslavia.
Ahí nace el famoso ‘Dream Team’, que debutó en el Preolímpico en Portland de 1992 y luego plantó bandera en las Olimpiadas Barcelona 1992 con Michael Jordan, Earvin ‘Magic’ Johnson y Larry Bird a la cabeza de ese quinteto histórico. La utilización de ‘Dream Teams’ le funcionó para revalidar en las Olimpiadas de 1996 y de 2000, así como ganar oro en el Mundial FIBA 1994.
No obstante, de esos ‘careos’ con equipos de NBA germinó una semilla de desarrollo alrededor del mundo, que dio pie al surgimiento de estrellas internacionales en esa liga, así como las selecciones nacionales más robustas y estructuradas a nivel mundial.
Como resultado, Estados Unidos no sólo estaba obligado a llevar ‘Dream Teams’ a sus principales torneos internacionales, sino que tenían que llevar equipos ‘A’. Aunque también lo omiten, la ‘macacoa’ de ellos no empezó en las Olimpiadas de 2004 en Grecia, sino en su propio país en la ciudad de Indianápolis durante el Mundial 2002, donde llegaron en sexto lugar con una tropa que incluía a jugadores como Reggie Miller, Paul Pierce, Jermaine O’Neal y Baron Davis.
A raíz de los ataques a las Torres Gemelas en 2001 y las subsiguientes invasiones a Afganistán e Irak, muchos canasteros rehusaron participar en Atenas 2004 por miedo a su seguridad debido a que los juegos fueron cerca del área de los conflictos. De ahí optaron por montar un equipo alrededor de los veteranos Tim Duncan, Allen Iverson, Stephon Marbury y Lamar Odom, pero con jóvenes en ascenso como LeBron James, Carmelo Anthony y Dwyane Wade dirigidos por Larry Brown, mentor de los entonces campeones de la NBA Pistons de Detroit. Con ese núcleo eran los favoritos, aunque en el documental ponen de excusas que no estuvieron preparados adecuadamente (a pesar de entrenar por tres semanas) y que menospreciaron a su oposición
De hecho, sobre Puerto Rico no dijeron nada de la estrategia defensiva que emplearon en su contra o de su juego aguerrido. El revés ante Lituania ni lo mencionan y luego explican la derrota en semifinales contra Argentina a base de la ventaja que tenía el equipo suramericano en química y estructura de juego ofensivo, lo que les costó ‘conformarse’ con el bronce.
Se percibe cierta prepotencia al no reconocer verbalmente que el mundo les había dado alcance y que ya no podían armar un ‘vente tú’ de jugadores, practicar por dos o tres semanas y pretender vencer a los mejores equipos. Si querían reclamar su supremacía en el baloncesto tendrían que tomar en serio cada torneo de envergadura y, para ello, colocaron al mando de su programa nacional a Jerry Colangelo. Éste, a su vez, reclutó al cotizado dirigente de la Universidad de Duke, Mike Krzyzewski, para ese reto.
Durante este proceso, intentaron comprometer a un núcleo de jugadores por un ciclo olímpico, entre ellos James, Wade y Anthony, junto a otros jóvenes en ascenso como Dwight Howard y Chris Paul, y tuvieron un buen campamento de entrenamiento. Además, buscaron cambiar la ‘cultura’ del equipo al apelar al amor patrio estadounidense que muchos aparentan carecer y reclutaron a altos mandatarios del ejército y veteranos de la guerra en Irak para intentar inspirarlos con sus anécdotas de batalla.
Desafortunadamente para ese grupo, Grecia se les atravesó en el medio de sus aspiraciones doradas y de pase directo a Pekín 2008 mediante el Mundial FIBA 2006 en Japón. Con ‘Baby Shaq’ Sófoklis Schortsainitis dominando la pintura y un “pick-and-roll” bien ejecutado, los helenos vencieron a los estadounidenses en su propio estilo de juego, aunque el documental omite crédito al trabajo de Dimitris Diamantidis y Vassilis Spanoulis. Sin duda, son parcos en sus elogios a sus vencedores, prefiriendo siempre la autoculpa y decir que fallaron por falta de experiencia o preparación, pero jamás reconociendo que sus rivales fueron mejores.
Lo que sí conceden es que necesitaban más ayuda y, por ende, reclutan para el proceso a veteranos probados como Kobe Bryant y Jason Kidd, aunque a este último apenas lo mencionan.
La ‘cultura’ del equipo realmente cambió con la llegada de Kobe durante la preparación para el Preolímpico de Las Américas 2007 en Las Vegas, donde su ética de trabajo y su liderazgo sentaron la pauta de lo que sería este grupo.
Desde el primer día se podía ver a Kobe tirándose de pecho buscando balones sueltos y fajándose más que nadie con una defensa férrea y física, esfuerzo que contagió a sus compañeros.
Posteriormente, relata que una de las primeras noches todos los jugadores se fueron de discoteca y se amanecieron hasta las 5:00 a.m., pero cuando llegaron al hotel vieron a Kobe empapado en sudor tras entrenar temprano en el gimnasio, rutina de ‘doble turno’ que todos emularon poco después. Jugadores que se hacían llamar ‘profesionales’ aprendieron realmente a cómo serlo gracias al ejemplo de Kobe.
Básicamente, esa mentalidad ‘Mamba’ que traía Kobe era lo que este equipo realmente necesitaba para caer en su lugar y en el Preolímpico arrasaron con la competencia sin problemas.
Luego en las Olimpiadas en Pekín 2008, la figura trascendental volvió a ser Kobe. En China fue recibido casi como semidios mientras que el resto de la comparsa eran ‘los compañeros de Kobe’.
Allí, Estados Unidos tuvo su corrida de redención mientras sacaron de la cancha con gran defensa y juego en transición a todos sus rivales en las rondas preliminares, incluyendo a Alemania con Dirk Nowitzki por 59 puntos y al campeón mundial España por 37 en partido donde Kobe le pegó tremenda cortina a su compañero de los Lakers, Pau Gasol, para sentar la pauta del juego.
En semifinales se desquitaron del campeón defensor olímpico Argentina por 20 puntos en un partido donde Emanuel Ginóbili salió lesionado y luego conquistaron la ansiada presea dorada ante España en desafío en el que los ibéricos no cedieron un ápice y los hicieron sudar hasta el final.
Pero cuando las millas contaron y algunos se pusieron ansiosos, Kobe sacó la cara con canastos grandes que desinflaron a España para asegurar el oro y la reivindicación.
Ese es, quizás, el punto más positivo del documental, que le recuerda a personas de memoria corta la grandeza real de Kobe como jugador y como figura mundial trascendental.