Para el dirigente boricua de béisbol, Edwin Rodríguez, Carlos Mario Rivera era casi un hermano de crianza.

“Era familia”, dice.

“Y era clase aparte”.

Rivera falleció el miércoles a los 66 años, pero el primer puertorriqueño en dirigir en las Grandes Ligas recordó a Rivera no con pena ni llanto, sino con alegría, carcajadas y admiración por haberlo conocido cuando eran adolescentes en Jardines del Caribe de Ponce.

“Mi casa estaba en una esquina frente a la cancha y el parque de béisbol. Así que el ‘clubhouse’ obligatorio era mi casa”, relató Rodríguez, quien dijo que el fenecido y exitoso dirigente deportivo era de la edad de su hermano mayor, Ángel Luis, quien estudió en escuela superior y universidad con Carlos Mario.

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“De la marquesina de casa salíamos para la cancha. Mami y papi conocían a todo el grupo”, contó. “Todos los años ‘Carlos Mario’ llegaba a casa y daba una parranda aunque fuera él solo con una lata de cerveza. Era de mi familia”.

Para Edwin, los éxitos de Carlos Mario tuvieron varios ingredientes que supo combinar a lo largo de su vida.

“Su pasión por el juego, primero. Y segundo la pasión por enseñar. Él era todo fundamento. A los 18 o 20 años él y mi hermano organizaban torneos y equipos juveniles e infantiles. Esa pasión por hacer el bien por la juventud creo que fue lo que le separó de los demás: la pasión por el baloncesto y por la juventud”, dijo Rodríguez, quien recordó que, a esa edad, Carlos Mario y sus hermano echaban conversaciones preocupados sobre cómo harían para atraer a otros muchachos que estaban en la calle sin hacer nada.

Mentor de muchos, y gestor del despertar de los Capitanes

Por su parte, el excanastero de los Capitanes de Arecibo, David Cortés, quien jugó bajo el mando de Rivera en el 2005, cuando ganaron su primer campeonato desde 1959, opinó que lo que distinguió a Rivera fue su carisma.

“Siempre estaba de buen humor y hablando con la gente. Motivándote. Para mí ese era su mayor atributo, ya que con ese mismo carisma, conseguía motivar a los demás”, dijo el excanastero.

“Recuerdo que llegó en el 2004 a una franquicia perdedora y de inmediato ganamos muchos juegos corridos. Ese año no se pudo conseguir el título, pero ya al año siguiente movió las piezas. Y él con su fogosidad ayudó mucho a que Arecibo fuese campeón después de tantos años”.

Son muchos los discípulos, amigos, colegas y gente del baloncesto en general que Rivera tocó con su especial personalidad, entre ellos una generación de exjugadores como Charlie Lanauze, Javier ‘Toñito’ Colón, Wilhelmus Caanen, Rafael ‘Pachy’ Cruz, Mandy Bocachica y Johnny Caraballo entre muchos otros.

“Carlos Mario fue mi entrenador, mentor y gran amigo por más de XX años. Me siento privilegiado de haber sido influenciado por un grandioso ser humano y profesional. Mi abrazo y respeto solidario a su familia. Gracias Carlos”, manifestó en su cuenta de Twitter el dirigente de los Vaqueros de Bayamón y del Equipo Nacional, Nelson Colón, ponceño que llevó a los Leones a coronas en 2014 y 2015 y jugó para Rivera en categorías menores.