Jason González suma más de 18,500 saltos en paracaídas.

Cada uno de ellos representa 40 segundos en caída libre a 120 millas por hora desde un avión en movimiento a 10,500 pies de altura. Y desde el primer salto que realizó allá para principios de la década del 90 hasta el último, Jason vive la misma experiencia de velocidad, adrenalina, paz y libertad…en fin, su receta perfecta para la felicidad.

“Es difícil de describirlo, porque son emociones y sensaciones sin igual. No hay nada como saltar de un avión en pleno vuelo y la caída libre. Ni siquiera una montaña rusa. ¡Es algo increíble!", compartió Jason.

Físicamente la sensación es como si estuvieras flotando en un cojín de aire, afirmó Jason. Pero la experiencia es una combinación de elementos: es parte adrenalina, parte velocidad, una vista inigualable y la sensación de libertad.

El veterano paracaidista es instructor y dueño de la empresa Xtreme Divers, con sedes en Arecibo y Humacao, que ha dado servicio a miles de puertorriqueños y turistas que han querido saltar en un paracaídas.

Jason no solamente les explica los fundamentos básicos de este deporte sino que además los acompaña en el salto. Fuera del negocio, practica con regularidad ese deporte extremo junto a otros profesionales.

“Para mí, saltar en paracaídas es la felicidad plena. Hay un aspecto del negocio que es administrativo y otras cosas, pero nada se compara con el salto. Te borra todo lo negativo. Si por ejemplo empiezas un día un poco mal, un salto hace que te sientas mejor. ¡Es una felicidad total!”, agregó.

Hijo de padres cubanos, nacido en Los Ángeles y criado en Miami, Jason llegó hace 16 años a Puerto Rico y aquí echó sus raíces.

“Venir a Puerto Rico es una de las cosas que me ha ayudado a conseguir la felicidad. Mi hija de dos años es puertorriqueña y es una de las cosas más grandes que me ha pasado. Además, ¡Puerto Rico es hermoso! Yo he viajado el mundo saltando y Puerto Rico tiene una de las mejores vistas que he conocido por ser esa Isla en el medio del Caribe, con playas hermosas, mucha vegetación, las cascadas, etcétera”, rememoró.

Pero además, la oportunidad de ayudar a otras personas a superar sus miedos y lanzarse a la aventura de saltar en paracaídas lo llena como ser humano. Eso también es parte de su felicidad.

“Dar el paso de lanzarse en paracaídas te abre un mundo de oportunidades. Creas confianza, elevas tu autoestima. Las personas se van diferentes a la forma en que llegaron, porque enfrentaron un gran reto y lo lograron”, sostuvo Jason, quien asegura que cualquier persona puede lanzarse en paracaídas.

“Hay veces que vienen clientes en sillas de ruedas, por ejemplo. Me hace sentir bien ayudarles, porque sé que en muchos casos, en su vida cotidiana es complejo hacer algunas cosas. Aquí sí se puede", señaló.

Sin embargo, todo deporte extremo conlleva riesgos. Y en sus años de experiencia también le ha tocado enfrentar la dureza de ver accidentes en pleno salto, e incluso, la muerte de personas conocidas. Afortunadamente ninguno de sus clientes ha pasado por una experiencia similar, pero sí otros practicantes profesionales.

“He perdido amigos en este deporte. Muchas veces por errores de juicio o por decisiones equivocadas. Es triste, pero en este deporte se habla de este tipo de cosas y las posibilidades de un accidente. Cuando estamos todos bien, siempre decimos: ‘Si me pasara algo, no estés triste por mí. Sigue saltando y recuérdame feliz’. Ese es el entendido entre todas las personas que saltamos”, concluyó.