Relájate y goza al natural este wikén
Conoce La Marquesa en Guaynabo, un parque forestal en medio de la ciudad
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¿Cuántas veces no hemos deseado un escape de la rutina? Menudas veces decimos: “Quisiera un día solo para relajarme”. Es cierto que es difícil buscar el tiempo, las energías y el presupuesto para salir de paseo, pero, ¿qué harías si dentro de la metrópolis tuvieses un espacio para conectar con la naturaleza?
Confieso no ser una ávida participante de actividades recreativas pero hay algo de explorar un mariposario o bajar a toda velocidad por una ruta de canopy que no puedo resistir. Así que, cuando se presenta la oportunidad tan cerca de casa, lo primero que se hace es amarrarse los tenis y emprender camino al Parque Forestal La Marquesa en Guaynabo.
A mi llegada, ya el sol abrasaba el día con una intensidad que, sin duda, dificultaría mi paseo, pero como el propósito de la visita era un reto en sí, ya me mostraba indiferente.
La primera parada lo fue la torre de observación, pero antes debíamos subir una cuesta empinada que haría relucir mi falta de resistencia física, un factor que —al igual que muchos— prefería esconder. Sin embargo, una vez dejé la mitad de mi aliento detrás y subí las escaleras de la torre, el panorama me daba una razón más para estar allí: a un lado, el cerro La Marquesa, y al otro, la costa norte de la Isla. Ya iba entrando en ambiente.
Tomamos el tren hacia el próximo punto de visita: el mariposario y el aviario. Los laboratorios del mariposario, donde se vigila el ciclo de la crisálida, proveyeron el inicio perfecto al encuentro con las mariposas monarcas. Volaban entre flores y árboles y, sin importar cuánto nos acercáramos, se mantenían quietas sobre su posada con las alas abiertas. Quizás sea culpa de haber visto tantas películas de fantasía pero el cliché de las maripositas en el estómago se me hizo más real que nunca.
Un pasadizo nos llevó al aviario, donde conviven especies como el guacamayo, el pavo real y la cacatúa. No importa cuántas clases de ciencia se tomen en la vida, jamás será lo mismo que ver en directo cómo interactúan tantas especies entre sí. Esta comunidad de aves provee la educación en diversidad y tolerancia que todos necesitamos.
Seguimos el recorrido hacia el teleférico, que se eleva a 200 pies de altura. Si algo aprecio de estas actividades es la oportunidad de disfrutar los paisajes de mi Isla desde la comodidad de un asiento. Aproveché el tiempo para descansar e informar a mis amigos que esta chica citadina se había aventurado a tener una cita con la naturaleza.
Una vez arribamos, caminamos hacia el canopy, una de las actividades más populares dentro del parque. Fui más por curiosidad que por atrevimiento, pues mi apertura a estas nuevas experiencias solo me dio para observar cómo otros lo hacían. Me di la oportunidad de documentar el momento —con casco puesto—desde la plataforma de llegada. Vamos, un paso a la vez.
El último punto de nuestra visita nos llevó a la cascada artificial y al mirador, dos puntos de disfrute pasivo. La cascada es una réplica exacta de una de las que se esconden dentro del bosque en La Marquesa. Justo en frente, un mirador con vistas hacia el pueblo de Guaynabo sirvió de escenario perfecto para reflexionar sobre las andanzas del día. ¿Cómo se transita de no disfrutar la naturaleza a sentir escalofríos al ver mariposas y a no protestar cuando la lluvia invade tu día de paseo?
No prometo nada, pero sin duda, una visita a La Marquesa fue suficiente para entender por qué la conexión con la naturaleza es vital para el bienestar humano. Cabe destacar que esta visita no será la última.
Autorizado por la Comisión Estatal de Elecciones CEE-SA-16-10716
Este contenido comercial fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media para Municipio de Guaynabo.