Es un hecho que la población puertorriqueña está envejeciendo. Para el 2017, la edad promedio en la isla fue 41.6 años. Los patrones migratorios y la baja en la tasa de natalidad contribuyen a este fenómeno.

Mucho se habla de sus implicaciones económicas y demográficas. No suele pensarse, sin embargo, en las implicaciones de salud mental que envuelve.

Y no es para menos: de acuerdo con el doctor Luis Rivera Santos, médico de familia y director de admisiones del Hospital Panamericano en Cidra, un 20% de las personas mayores de 60 años –el único grupo poblacional en crecimiento– padece uno de los siguientes trastornos emocionales: depresión, ansiedad, demencia o abuso de sustancias.

Las señales de riesgo

Ciertamente, la atención de la salud mental es importante en cualquier momento de la vida.

Pero factores como la pérdida de capacidades funcionales, el que seres queridos no estén presentes constantemente, un cambio de hogar o del estatus económico pueden hacer mella en el bienestar emocional de los envejecientes, señaló el doctor Rivera Santos durante su ponencia en el Primer Congreso de Salud Mental de Puerto Rico del Hospital Panamericano.

A esto se le suma que padecimientos físicos también inciden en el bienestar emocional, pues “a mayor edad, mayores condiciones físicas y mentales”, agregó el experto.

Atendiendo el problema

Si el envejecimiento se define como cambios progresivos en un organismo a través del tiempo, el envejeciente se define como aquella persona mayor de 65 años que experimenta cambios progresivos a niveles biológico, psicológico y socioeconómico, explicó el doctor William Almodóvar, psiquiatra y director médico del Hospital Panamericano.

El problema, añadió, es que “los envejecientes de hoy no están falleciendo. No hay envejecimiento por la mejoría en los servicios médicos y por los cambios en la fertilidad”, expuso el doctor Almodóvar.

Ante esta realidad, el experto sostuvo que debemos reconocer a los envejecientes “como parte vital y activa de la sociedad, que siguen trabajando y no como personas que se sientan a esperar la muerte”.

Parte de ese reconocimiento, dijo el doctor Almodóvar, implica que los familiares tienen que involucrarse en el cuido de sus envejecientes. La idea, afirmó el doctor Rivera Santos, es garantizar una compañía y atención mínima, pues no hay sustituto para ambas, a diferencia de los medicamentos y las psicoterapias, que siempre son un recurso disponible.