Roncar la noche entera y algunas noches más. Esta puede ser la señal de alerta más certera para determinar que nuestras niñas y niños padecen de apnea obstructiva, el trastorno del sueño más común, reportado por uno de cada 10 menores que han roncado alguna vez en su vida.

Los ronquidos son muy comunes; ocurren cuando el cuerpo está completamente relajado y algo obstruye el flujo de aire a través de la boca y la nariz. Entonces, ¿cómo podemos reconocer si son "normales" o no?

El doctor Ángel José Colón Semidey, director médico de Terapia Respiratoria del Hospital Auxilio Mutuo, explicó que lo más importante es descartar que se trate de una manifestación temporera, a veces causada por alguna enfermedad respiratoria, y que en efecto persista durante un mes o más.

“Si el ronquido está asociado con congestión y alergias, pues ya es aparte. Pero si el niño, mientras duerme, presenta dificultad para respirar o lo hace por la boca, es algo constante y en aumento, podemos sospechar que se trata de esta condición”, afirmó el doctor Colón Semidey.

Esta condición interfiere con el descanso y desarrollo del menor, apuntó el especialista.

Vital lograr un diagnóstico preciso

En la niñez, la condición suele manifestarse mayormente entre los cuatro y seis años, aseveró el doctor Colón Semidey. Se aconseja, entonces, consultar con el pediatra para que refiera al niño a un especialista de oídos, nariz, garganta, un neumólogo o un especialista del sueño.

Roncar es el factor predictivo más importante, pero el ronquido solo no revela la severidad de la condición, dijo el especialista.

“Por eso hacemos lo que se conoce como polisomnografía y recomendamos o no la extracción de las amígdalas, las adenoides o ambas”, abundó el neumólogo pediátrico.

El examen se realiza en un laboratorio del sueño certificado. El paciente permanece dormido durante un mínimo de seis horas mientras unos electrodos conectados al cuero cabelludo registran los estadios del sueño.

Además, se mide cómo entra y sale el aire por la nariz y la boca, el tono muscular, la frecuencia cardíaca, las ondas cerebrales, el oxígeno en sangre y otros.

“La extracción de las amígdalas y las adenoides es la cirugía más común en pediatría y es bastante segura. Con el estudio que realizamos en el laboratorio del sueño conocemos sobre la severidad de la condición y podemos recomendar o no la hospitalización del paciente de ser necesaria”, concluyó el doctor Colón Semidey.