Los primeros tres años de vida de un niño son clave para su crecimiento fisiológico. La alimentación juega un papel esencial en este desarrollo, siendo la leche el componente principal de la dieta de todo pequeño.

"Durante la infancia es importante que se desarrolle el cerebro, ya que es el motor de todas las funciones fisiológicas, además de su crecimiento y peso. También se van a desarrollar huesos, dientes, músculos y células sanguíneas", indicó la nutricionista Natalie Torres.

Idealmente, un niño se alimenta de leche materna durante estas primeras etapas. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, la lactancia materna óptima se prolonga por un periodo de dos años. Pero la realidad es que muchas madres dejan de lactar al primer año o quizás antes.

Una vez se abandona la práctica de la lactancia, es crucial recurrir a otros métodos para el suministro de los nutrientes antes provistos por la leche materna, en específico el DHA. Los más populares son la leche de vaca y la leche en polvo, ya que se han probado como alternativas convenientes y nutritivas para la alimentación de un infante.

Es importante tener en cuenta que, a los dos años, el cerebro de un niño no se ha desarrollado completamente. Por tal razón, se recomienda que el producto sustituto de la leche materna contenga ingredientes que nutran al cerebro directamente y que fomenten el desarrollo cognitivo, según propone un estudio realizado por The Open University.

Entonces, ¿cuál le conviene más a tu niño durante esos dos a tres años? La prioridad al escoger un suplente a la leche materna debe ser obtener un balance de conveniencia y nutrición que mantenga el crecimiento óptimo y saludable del niño.

Te presentamos una gráfica para que conozcas algunas ventajas y desventajas que podrían ayudarte al momento de abandonar la lactancia.