El cáncer de estómago está entre los primeros diez cánceres con mayores tasas de mortalidad en la isla, según los datos más recientes del Registro Central de Cáncer en Puerto Rico.

La Clínica Mayo define esta enfermedad, también conocida como cáncer gástrico, como el crecimiento anormal de las células que comienzan en el estómago. Existen varios tipos de cáncer gástrico, pero el más común es el adenocarcinoma, que es el que comienza en las células que producen mucosidad.

“Este cáncer sigue siendo más común en pacientes de edad mayor, pero estamos viendo casos en pacientes más jóvenes, de 35 años o más”, alertó la hematóloga oncóloga Mirelis Acosta Rivera, quien trabaja en FDI Clinical Research y en el Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo, ambos en San Juan.

“Los diagnósticos en pacientes jóvenes suelen ser tumores más agresivos. Por eso, de tener algún síntoma o factor de riesgo, exhortamos al paciente a que acuda a su médico primario o gastroenterólogo y no lo deje pasar, no importa la edad que tenga”, indicó la profesional de la salud.

Acosta Rivera mencionó que los síntomas más comunes de este cáncer son dolor en la boca del estómago o en la parte superior del abdomen, pérdida de peso involuntaria, reflujo, náuseas, vómitos, sensación de llenura tras ingerir pocos alimentos, sensación de dolor o hinchazón en el estómago luego de comer, acidez estomacal, indigestión y, en algunos casos, sangre en la excreta.

También hay pacientes que no presentan síntomas, por lo que la doctora exhortó a los pacientes que tengan factores de riesgo a que acudan a su médico. “Es bien importante que, si hay historial familiar de cáncer de estómago, sobre todo si lo padecieron mamá o papá, discutirlo con su médico primario para hacer un monitoreo temprano”, sostuvo.

Otros factores de riesgo están vinculados con la dieta. “Se ha podido asociar el consumo de embutidos y carnes procesadas con nitratos y nitritos; el consumo excesivo de ellos podría estar asociado con cáncer de estómago”, apuntó Acosta Rivera.

Agregó que el reflujo gastroesofágico crónico y la obesidad también pueden aumentar el riesgo de padecer esta enfermedad. Además el tabaquismo, una dieta baja en frutas y vegetales, una dieta alta en alimentos ahumados y salados, tener pólipos gástricos o haber padecido gastritis de manera prolongada, podrían incrementar el riesgo de padecer este tipo de cáncer, según la Clínica Mayo.

Para realizar el diagnóstico, un gastroenterólogo realiza una endoscopía, que consiste en un procedimiento ambulatorio en que se inserta por la boca un tubo largo y delgado con una cámara diminuta. En este caso, la cámara llega hasta el estómago para captar imágenes de la masa y realizar una biopsia para tomar una muestra del tejido. Esa muestra se lleva al laboratorio para confirmar si es cáncer, el tipo y cuán avanzado se encuentra, pues todos estos factores se toman en cuenta al decidir el tipo de tratamiento que se le administrará al paciente.

“En etapas tempranas, o 1 y 2, se realiza una cirugía para remover el tumor. La puede hacer un cirujano oncólogo. En las etapas 2 y 3 se puede combinar la cirugía con radioterapia y quimioterapia. En etapa 4, usualmente, la terapia es sistémica porque ya el cáncer está más regado y la cirugía, en estos casos, puede añadir más morbilidad que beneficio. La terapia puede ser intravenosa con quimioterapia. En etapas metastásicas tenemos la opción de combinar quimioterapia con inmunoterapia”, comentó Acosta Rivera.

La radioterapia consiste en el uso de radiación de alta intensidad para matar el cáncer, mientras que la quimioterapia busca reducir o eliminar el tumor mediante el uso de medicamentos orales o intravenosos. En tanto, la inmunoterapia es un tratamiento que ayuda al sistema inmunitario del cuerpo a combatir la enfermedad.

Mientras más temprano se detecte el cáncer, mejor será para el paciente. “Si tenemos una detección temprana (en etapas 2 o menos), hay más probabilidades que el paciente pueda ser curado y quedar libre de la enfermedad”, resaltó la doctora. “En las etapas más avanzadas no podemos hablar de curar, pero sí podemos controlar la enfermedad y mantener calidad de vida”.

Para prevenir o reducir el riesgo de padecer de cáncer gástrico, se recomienda incorporar más frutas y vegetales a la dieta; reducir el consumo de embutidos, de carnes procesadas con nitratos y nitritos, así como de alimentos salados y ahumados; dejar de fumar; y mantener un peso saludable.