Cuando José Nogueras y Francisco Rivera abrieron su primer carrito de sándwiches en el 1998, las opciones para comer en la madrugada eran limitadas a los servicarros de fast foods o restaurantes fuera del alcance económico de muchos. Hambrientos y con ganas de satisfacer las necesidades de los “monchosos”, los amigos vieron una oportunidad y comenzaron a vender sándwiches de churrasco y pollo, una combinación que reinventó el mercado de la comida nocturna en Puerto Rico.

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El Churry no solo se ha convertido en la parada obligatoria de los “jangueadores” y trabajadores nocturnos, sino que es reconocido como uno de los negocios pioneros en el mercado de food trucks en la Isla, abriendo paso para una nueva subcultura culinaria.

La idea comenzó mientras Nogueras y Rivera cursaban estudios universitarios. Impulsados por la sed del empresarismo, invirtieron en un carrito de hot dogs e idearon su primer menú. “No queríamos ser un carrito cualquiera, por eso nos enfocamos en crear una marca y un producto diferente pero económico”, afirma Nogueras.

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Las creaciones culinarias del dúo encontraron una fanaticada entre los aficionados de las carreras de automóviles en Guaynabo. Tras varias pruebas, los empresarios redujeron su menú para destacar su singular mezcla de churrasco y pollo con la salsa de la casa y pan sobao.

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La creciente clientela hizo que el carrito se quedara pequeño, lo que los obligó a establecer un food truck. La colorida guagua se convirtió en la carta de presentación de Nogueras y Rivera, sirviéndole para atraer a los curiosos. “La gente quería ver lo nuevo del Churry, nos ayudó a impulsar las ventas”, cuenta Rivera.

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Con la popularidad vinieron lo que llaman los retos, como mantener la alta calidad y la rapidez del servicio. Tras veinte años de operación, los empresarios transformaron al carrito de hot dogs en una franquicia, con ocho guaguas, un restaurante y un food truck en Orlando, Florida, que marcó la expansión del Churry fuera de la Isla.

“Nosotros queríamos llevar el negocio ambulante en Puerto Rico a otro nivel”, dice Rivera. “Buscábamos que la experiencia de la comida nocturna fuera diferente y logramos competir a través de un food truck con las grandes cadenas”. Sus miles de fanáticos confirman que lo lograron. Nogueras y Rivera son prueba de que 100 x 35 es solo una medida y no una mentalidad.