En un fugaz periodo de tres años, Puerto Rico ha enfrentado desafíos que amenazan los servicios esenciales que garantizan a sus ciudadanos el derecho a una vida digna.

La energía, establece la Organización de las Naciones Unidas, es necesaria para el desarrollo económico de los países y condiciona la mayoría de las actividades del ser humano.

Cuando la misión de una empresa es mejorar vidas mediante el suministro de energía confiable, segura y al menor costo, su capacidad de respuesta ante cualquier adversidad es vital.

AES Puerto Rico produce hasta el 25% de la electricidad que se consume en el país en sus dos plantas: la térmica e Ilumina —la primera planta solar a escala industrial en la isla con 24 megavatios.

Como actor clave del sector energético insular, mantiene una operación ininterrumpida, apoyando a su recurso humano y proveyendo las herramientas para continuar trabajando sin importar lo crítico del momento.

Uno de sus compromisos es salvaguardar la seguridad, no solo de sus contratistas y de las comunidades en las que operan, sino también de cada uno de los 110 empleados, quienes reconocen, a su vez, que la excelencia en su desempeño marca una diferencia en la calidad de vida de miles de puertorriqueños.

Respuesta rápida por Puerto Rico

La satisfacción de servir bien al país es motivo de orgullo tanto para AES Puerto Rico como para sus empleados.

“Si hay un problema que atenta contra la capacidad de exportación de energía de las plantas, solucionarlo se convierte en una prioridad. Si hay que dejar el almuerzo, si hay que trabajar horas extras, se hace hasta que la emergencia se resuelve”, expresó el ingeniero Obed Santos, gerente de la planta solar Ilumina.

Este compromiso fue demostrado cuando AES Puerto Rico activó políticas nuevas para garantizar que las operaciones de las plantas térmica y solar no se interrumpan a raíz del COVID-19, a la vez que protege a sus empleados con las medidas establecidas de distanciamiento social más el equipo de protección indispensable. Incluso, en caso de que la emergencia se agrave, tiene unos contenedores tipo vivienda para quienes están a cargo de las unidades termales que requieren atención las 24 horas.

Asimismo, la resiliencia plantó cara en otras emergencias: los terremotos en el suroeste (a finales del 2019 y principios del 2020) y los huracanes Irma y María (del 2017).

El terremoto del 7 de enero sorprendió a José León cuando ya salía de su turno, evento que no lo amilanó. “Me quedé con mis compañeros para “rebotear” [reinicializar] la planta y continuar al pendiente de su funcionamiento en turnos de 72 horas”, manifestó el operador del cuarto de control.

Aníbal López Vázquez, supervisor de turno en el área de operaciones, recuerda muy bien su deseo de reportarse de inmediato al trabajo para conocer la situación de la planta tras el paso del huracán María. Una vez pasó el fenómeno, llegó a Guayama, pero no en una hora como suele ser su ruta, sino en tres. “No había excusa para no llegar al trabajo y dar el máximo”, dijo.

“Cuando suceden estas cosas, es una realidad que te choca más fuerte porque el país tiene que seguir operando. Es un sacrificio adicional. Uno no quisiera exponer a la familia, pero, a la misma vez, siente la satisfacción de que está contribuyendo”, aseguró el ingeniero Santos.

Una reflexión que también comparte López Vázquez. “Soy supervisor de turno, soy padre de familia, soy hijo, soy hermano y soy puertorriqueño, y reconozco la importancia de la energía eléctrica en nuestros hogares… por eso hago todo lo que esté en mis manos para llevarla a los hogares”, concluyó.