La ronda de debates políticos comenzó.

Lamentablemente, llamó más la atención el ruido que hubo en la periferia, que el contenido de los participantes.

Jesús Manuel Ortiz y Juan Zaragoza entraron al escenario de manera tímida.

En su primer encuentro como candidatos se proyectaron demasiado cuidadosos. En ocasiones, Jesús Manuel daba la impresión de vaciar un contenido embotellado. No impartía una idea central. Más bien, parecía una regadera de datos sin amarrar.

Por su parte, el senador Zaragoza lanzaba su idea, pero no la profundizaba. En varias ocasiones, terminó antes del tiempo otorgado. Incluso, en uno de los turnos desperdició 46 segundos que le restaban, cuales pudo aprovechar de cualquier modo.

Relacionadas

Por virtud o por defecto, el concepto del debate enmarca a los candidatos en un límite de tiempo. Algunos quedan bloqueados o paralizados con el concepto y no se atreven a sintetizar.

Tomemos, por ejemplo, la publicidad. En 30 segundos un publicista elabora un anuncio que usted, habitualmente, recibe en su pantalla ¡Imagínese en dos minutos cuán eficiente se podría ser!

No pretendo ser asesor o, mucho menos, estratega. Es una simple opinión desde mi posición como moderador del primer encuentro de estos candidatos.

Otra cosa. Los candidatos tienen que marcar sus diferencias. ¿Por qué debo votar por ti y no por el otro? ¿Qué te hace mejor que él? ¿Cuáles son tus atributos por encima de tu oponente? Son preguntas válidas.

Esas interrogantes quedaron sin contestar.

Quedaron como las dos panaderías del programa “Barrio Cuatro Calles” que, estando una frente a la otra, vendían las mismas donas, el mismo pan o los mismos quesitos.

El debate es, precisamente, esa oportunidad. Hacer lo contrario es convertir ese evento en una aburrida conferencia de prensa en la que se recibe una pregunta y se despacha con extrema superficialidad.

Los populares están temerosos a una división. No quieren que ni un pétalo de rosa los toque. Es un error. Se puede demostrar carácter, liderato y firmeza sin la necesidad de sacar el “caterpillar” de Jenniffer González para pasarle por encima al otro.

El PPD está flojo en fondos, flojos en fiscalización al partido de gobierno, flojos en presencia mediática. Así que no pueden demostrar la misma flojera en cuanto a la figura a la gobernación.

Aún les resta dos debates para trabajar en sus aspirantes. Veremos a ver cómo les va. Si no hacen una mejor calibración, dejarán a su electorado totalmente desmotivado, sin una razón válida para levantarse un domingo e ir a un colegio a votar.

Recuerden que en la epidermis del boricua está siempre el ánimo de ganar. Quieren tener un gallito que le meta las espuelas al oponente azul y viceversa. Pero en esta primaria roja, los gallitos están bastante manilos.