La cigüeña picozapato, una especie con un aire prehistórico, sigue sorprendiendo a biólogos y a aficionados por igual.

Habitante de las zonas pantanosas del este de África, esta ave, conocida científicamente como Balaeniceps rex, se distingue no solo por su inusual apariencia sino también por sus brutales tácticas de supervivencia.

Dotada del tercer pico más grande entre todas las aves, la cigüeña picozapato puede alcanzar una altura de hasta 5 pies (1.5 metros). Aunque su dieta principal incluye peces gato, también conocidos como bagres, según un estudio publicado en el Journal of African Ornithology, no rehúye de presas más intimidantes, como anguilas, serpientes y hasta crías de cocodrilo.

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Los pichones de picozapato exhiben una feroz competitividad desde sus primeros días. Generalmente, el primogénito compite con los más jóvenes por la comida y los mata para asegurarse de que sea el único en recibir comida.

La especie, que es monógama y tiende a la soledad fuera de la temporada de cría, suele producir hasta tres huevos por nidada. Sin embargo, la agresiva rivalidad entre los pichones frecuentemente resulta en que solo uno sobreviva hasta la adultez.

Además de su formidable tamaño y peculiar físico, la cigüeña picozapato se hace notar por emitir un sonido que recuerda al de una ametralladora, un rasgo que le ha valido su apodo popular. Con su gran pico y largas patas, el ave puede permanecer inmóvil durante horas antes de lanzarse a capturar y tragarse entera a su presa.

El picozapato es el único representante del género Balaeniceps y de la familia Balaenicipitidae. Según datos de “LiveScience”, sus parientes vivos más cercanos son los pelícanos, con los que comparte orígenes en el orden Pelecaniformes, que data del Cretácico tardío.

La cigüeña picozapato se encuentra en una situación preocupante. Con una población estimada entre 5,000 y 8,000 individuos, esta especie está clasificada como vulnerable en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.